3 de septiembre
de 2003
Calle
Destral: 'distrito comanche'
Antonio Saz Odriozola / Tarragona
Soy de Zaragoza y estoy veraneando en Tarragona capital. Es una ciudad estupenda, tranquila y atractiva por sus muchos rincones y secretos escondidos.
Hemos huido de los ruidos y aglomeraciones buscando un lugar apacible. Me han encantado las fiestas de Sant Magí. Los comerciantes son amables y la playa está muy limpia y despejada. La lástima es que, por desgracia, estamos alojados en un piso familiar en pleno casco histórico, en la calle Destral, paralela a la calle Mayor. Esta calle está plagada de casas antiguas, sus habitantes son personas excelentes y educadas, casi todas muy mayores. Varios pisos están en alquiler y han sido ocupados por una familia o varias de raza gitana.
Hasta ahí todo correcto. El problema es que este grupo de personas, amigos y familiares entre sí, han convertido la calle en su «poblado» particular haciendo gala de nulo respeto hacia el resto de personas que en ella habitan. Gritos, peleas, voces, música a volumen de escándalo en horas de descanso, coches corriendo, motos revolucionadas, perros ladrando, niños haciendo sus aguas menores y mayores en plena calle instados por sus papás, tertulias a voces de más de 20 personas en la calle, con bebés incluidos, hasta las dos de la madrugada, merendolas que dejan toda la calle sucia y, para colmo, un extraño tráfico de personas (casi todas con pinta patibularia) a uno de los pisos citados para vaya a saber usted qué tipo de negocio.
Hace unos días la Policía arrestó a una de estas personas con el escándalo añadido pertinente y me consta que los servicios de limpieza municipales se «esmeran» en esta calle porque ya ha habido protestas al Ayuntamiento.
Yo me iré el domingo y puede que vuelva o no el verano que viene, pero alguien debería de hacer algo para que las buenas gentes que viven en esta calle a lo largo de todo el año puedan residir con un mínimo de tanquilidad y dentro de un ambiente de tolerancia.