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UN MINUTO |
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Derecho a
descansar | |
José María
Echevarría
..Como el asunto se repite una noche sí
y otra también, la última madrugada salí a la ventana y
le chillé encorajinado una rabotada, a ver si de una vez
se entera el niñato del ciclomotor cuyo tubo de escape
tiene que estar averiado o desconectado por el ruido que
arma -y que tendrían que metérselo por donde yo me sé y
acelerar a tope-, que en la plaza de La Cubela hay unos
ciudadanos cansados que por las noches quieren, y tienen
todo el derecho, a dormir, y que ya están hartos de sus
molestias. Ojalá logre un día marcarse unas cabriolas y
caballitos en una pista de competición porque ha llegado
a ser un afamado piloto de motos de gran cilindrada,
pero de momento no pasa de un chinche por lo molesto que
llega a ser en ese ciclomotor de mala muerte. No hay ni
que decir que antes de mi salida de tono nocturna
recurrí en ocasiones a los municipales, pero cuando
ellos llegan, si es que se acercan por allí, el chaval
puede estar atronando en distinta punta de la ciudad.
Así que la otra noche, asaltado en mi sueño, perdí la
paciencia y a voces intenté yo meterle el tubarro por
donde antes insinué. No logré nada, sino enfadarme más y
el momentáneo desahogo. El chaval ha seguido tan
campante porque ha vuelto otras noches. ¿Qué más puedo
hacer? ¿Liarme a bofetadas? Hasta me han aconsejado que
amablemente le razone...
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