¿Ay, señor director, ayúdeme a
protestar! Estoy tan llena de ira, que creo que voy a
explotar.
Verá, soy vecina de Gijón y, además, tengo una
casina en San Miguel de Arroes (Villaviciosa), un pueblín que está
aquí al llau.
Era un pueblín tan tranquilu... un gran remanso
de paz. Si algún día allí pernoctaba, qué alegre era despertar al
arribar la alborada, oir los pájaros cantar. Menos mal que éstos van
por libre y no los tengo yo alquilaos, que si no, diben p'al paru.
Ya nun tienen que despertame, pues paso la noche en vela. Aquí no
hay quien duerma ya.
Pusiéronme la autopista tan cerquina del
mío prau y ficieron un puente. Dixeron que pa la fauna pasar. Que yo
sepa, por acá sólo se ve algún llagartu, llagüezos y erizos, no
más.
Pero el que diseñó el puente soñó con algún safari y, en
su delirio, veía a jirafes y elefantes. Dígolo por el tamaño, pues
puen pasar a la vez tres camiones y dos tanques. Y el tráficu por
arriba, fai un ruido insoportable.
Yo no estoy contra el
progresu, pues vien a par con los tiempos y tenemos que aceptalu.
Pero respetando la 'acústica' y el impacto medioambiental.
La
asociación de vecinos ta farta de reclamar pantallines antirruido
sin que nadie quiera escucharla.
¿Qué ley, justicia o razón
permite estos desatinos, privando así a los vecinos del derechu a
descansar?
Fomento, Principado o el pleno municipal -alguien
será responsable-. A todos mi queja va: si mataron esti pueblu
partiéndolu a la mitá, que nos quiten estos ruidos. Que nos
devuelvan la paz.
Gracies, señor director, por permitime
gritar.