La carta del día
El ruido envenena nuestra vida
Fidel Iglesias
¿Cuándo se va a
hacer una campaña similar a la del tabaco pero contra el
ruido? Soportamos unos niveles nocivos, que todos sabemos, nos
distingue del resto de europeos. Hablamos gritando, o gritamos
para hablar. Diferenciamos nuestro vehículo por el ruido que
hacemos, cuando no va incrementado por los equipos de música,
que es preciso que escuchen los demás. Y en las casas o pisos,
nuestra televisión o equipo de música son mejores si envuelven
o sobrepasan a los del vecino. ¿Debemos hacer partícipes a
todo el vagón del metro o al resto del autobús de nuestros
gustos y preocupaciones? ¿Y los teléfonos móviles? ¿Dónde ha
quedado la intimidad de una conversación gritada? Más bien
parece un pregón público, recordamos al antiguo alguacil que
sale a dar el bando de la autoridad: “Se hace saber...”. Y las
motos, ¿por qué no prueban sus jóvenes conductores a ponerse
unos cascos, recogiendo su producto, el ruido, y lo disfrutan
ellos solos? Pongamos por caso la estación de Atocha en los
andenes, ¿quién es el majo que se entera de los anuncios de
salidas, llegadas o cualquier aviso que se da por los
altavoces? No es suficiente el nivel que generan las máquinas,
trenes, etc. En los micrófonos que utilizan, añaden un sonido
ambiente superior a la propia información. Se oyen más y mejor
la música y conversaciones que mantienen los propios empleados
que el aviso que nos quieren comunicar. Seamos silenciosos,
por respeto, por salud.
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