El distrito de Ciutat
Vella de Barcelona está más cerca de poner fin a las quejas
vecinales por la música callejera. Los 19 puntos en los que
estará permitida, muchos de ellos en el puerto, distan de los
núcleos de viviendas. Con un sistema similar al utilizado en
el metro, los músicos deberán acreditarse y tocar en franjas
de dos horas. La Asociación de Músicos de Calle juzga los
puntos insuficientes.
El distrito de Ciutat Vella está ultimando, en colaboración
con la Asociación de Músicos de Calle (Amuc), la fijación
exacta de los 19 puntos en los que se permitirá la música
callejera. Los enclaves previstos, a falta únicamente de las
últimas conversaciones con la Guardia Urbana y las autoridades
del puerto, revelan que el Ayuntamiento ha buscado lugares lo
bastante transitados como para asegurar una recaudación
atractiva y, sobre todo, que estén alejados de núcleos
vecinales. Muchos de los puntos se encuentran en paseos
marítimos o en zonas sin viviendas del casco antiguo.
El distrito ha copiado el sistema de turnos rotatorios que
funciona con éxito en el metro de Barcelona: Los músicos deben
acreditarse en el Convent de Sant Agustí, elegir destino y
franja (todas de dos horas) y, si éstos son especialmente
codiciados, esperar que el sorteo les sea propicio. El método
funciona con éxito desde hace más de un año en 29 puntos del
suburbano.
Restricciones en el Gòtic El
horario de actuación se alarga desde las 11.00 a las 21.00,
todos los días de la semana, aunque en el Gòtic habrá horarios
restringidos y sólo se podrá interpretar música clásica y
melódica. Los amplificadores seguirán estando prohibidos.
El distrito afirma que en dos años se ha triplicado el
número de músicos. La normativa trata de lijar la beligerancia
de algunos vecinos, que han cubierto de sábanas sus balcones
exigiendo el derecho al descanso. "Hay saturación de músicos,
a veces parece la Edad Media", señala Ester Melcom, secretaria
de la Asociación Catalana contra la Contaminación Acústica. La
normativa, que entrará en vigor de forma experimental en
diciembre o enero, silenciará la música en lugares tan
propicios como la plaza del Pi.
Reinaldo Aparicio, presidente de Amuc, sostiene que en las
calles del barrio siempre ha habido música en abundancia, pero
que las quejas sólo aparecieron hace "unos 10 o 15 años,
coincidiendo con la llegada al barrio de gente de Sant
Gervasi". La asociación reconoce la valentía del distrito de
regular una actividad que roza lo caótico, pero juzga
insuficientes los 714 turnos semanales. Según sus cálculos,
éstos sólo permitirían ganarse la vida a una cincuentena de
músicos, cuando en Barcelona no bajan de los 150. Pero duda de
que el número pueda crecer porque "es un tema muy politizado".
Aparicio teme también que la normativa venga acompañada de
instrucciones a la Guardia Urbana para que incremente sus
controles. "Ahora sólo te incautan el instrumento cuando ya te
he han avisado dos o tres veces", asegura Andrés, un músico
argentino.
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