ALICANTE
| Los
ronquidos de un perro terminan en el juzgado | |
| GORAN. EL DOGO DE BURDEOS JUNTO A LA
CASA QUE TIENE EN LA TERRAZA.
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| | | El magistrado decidirá si expulsa al
dogo de la casa de su propietario
Ramón Ferrando, Alicante
Una
juez de Alicante debe decidir si ordena la expulsión de un perro de la vivienda
de su dueño tras presentar una demanda un vecino por los ronquidos y gemidos del
animal. El denunciante asegura que lleva más de tres años durmiendo mal por culpa
del perro. El denunciado mantiene que su can, un dogo de Burdeos de 52 kilos,
no emite ruidos fuera de lo normal y considera que su vecino ha canalizado «su
animadversión hacia mí en el perro». El juicio ha quedado visto para sentencia.
Los dos vecinos enfrentados viven en dos bungalows de lujo colindantes
en una urbanización de la zona de playas de Alicante. Hace cuatro años el demandado
se compró el dogo, al que ha puesto de nombre Goran, e instaló una caseta en la
terraza trasera del bungalow que tiene ochenta metros cuadrados. El perro, según
su dueño, prácticamente hace la vida en esa terraza interior «porque es muy espaciosa».
El problema es que los dormitorios de matrimonio dan a esa terraza y «en verano
con las ventanas abiertas mi mujer y yo no podemos dormir a causa de los ronquidos
del perro», afirma el demandante.
El vecino pidió que el dueño trasladara
a Goran a la terraza delantera, pero «sólo tiene dos metros cuadrados y el perro
no está ahí bien», apunta el propietario. Una vez que los dos no se pusieron de
acuerdo la madeja se fue liando. Primero dejaron de hablarse. Después el demandante
abrió la vía administrativa, pero el ayuntamiento alicantino rechazó sancionar
al dueño. El siguente paso fue la judicialización del caso.
En el camino,
la Policía Local ha ido una decena de veces a la vivienda para comprobar los supuestos
ruidos de Goran ya que el demandante «no podía soportar más los ronquidos del
perro. Son como si tuviera una caja de caracoles en los pulmones», sostiene.
En
el acto de conciliación no se pusieron los dos de acuerdo porque el dueño entendía
que no tenía por qué cambiar a Goran de terraza. Las dos partes aportaron al juicio
civil informes veterinarios, atestados de la Policía Local y cartas del resto
de vecinos de la urbanización que decidieron no implicarse en el enfrentamiento
y señalaron que a ellos no les molestaba el animal.
El dueño de Goran
afirma que los «vecinos del otro bungalow que colinda con el nuestro están encantados
con el perro porque dicen que es como si tuviera una alarma gratuita». El informe
del veterinario que aportó el propietario, según su versión, recoge que Goran«no
sufre ningún tipo de transtorno en la respiración. Lo que ocurre es que tiene
el hocico chato, pero no significa que tenga problemas».
El demandante
insiste en que ya no sabe qué hacer para acabar con sus desvelos. «Esto es algo
serio. Mi mujer es cirujana y necesita estar descansada para rendir en condiciones
porque su trabajo es de precisión. El problema es que ellos lo consideran como
uno más de la familia. A mí me preocupa que los hombres estemos al mismo nivel
que los animales. Nosotros hemos hecho un gran esfuerzo para tener esta casa.
Es algo para toda la vida». El denunciante ha levantado un muro, ha puesto setos
y se ha comprado incluso una fuente «para que al menos cuando tenga invitados
no escuchen los jadeos».
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