 S. B. / MADRID (23-07-2004)

Esta semana ha entrado en vigor la directiva de la UE de
2002 para el control del ruido en las ciudades de más de
100.000 habitantes, que obliga a los Estados miembros a
suministrar datos sobre los niveles de ruido antes de junio de
2007.
Aunque España no ha sido un alumno aventajado, el pasado
noviembre aprobó la trasposición de la directiva europea con
la Ley del ruido. Sin embargo, los dos reglamentos que deben
desarrollarla tardarán en ver la luz. En estos momentos ni
siquiera existe un primer borrador y según fuentes del grupo
de trabajo del Ministerio de Medio Ambiente no estarán listos
antes de octubre lo que hace imposible que haya reglamentos
antes de final de año.
Asociaciones nacionales como Juristas contra el
ruido o la Plataforma
estatal contra el ruido (Peacram) alertan sobre la
urgencia de desarrollar esta norma para conseguir una
'coherencia nacional y una aplicación real y efectiva'. De
'diarrea legislativa' califica Joaquín Herrera, Vicepresidente
de Juristas contra el ruido, el 'derroche de regulación local
sin un criterio homogéneo a nivel nacional'. La Ley del ruido
viene a cubrir el lugar de una norma básica que 'establezca
límites acústicos que ninguna ciudad española pueda superar',
explica Plácido Perera, jefe del departamento de control
acústico del Ayuntamiento de Madrid.
Uno de los requerimientos de la directiva y, por ende de la
norma española, es la realización de mapas del ruido por parte
de los ayuntamientos que sirvan para realizar un plan de
acción y localizar las zonas más sensibles. Madrid fue en 1969
pionera en España en hacer este plano sonoro de la ciudad,
que, según se asegura desde el ayuntamiento, ha servido para
reducir la contaminación acústica del tráfico, principal
problema en las ciudades españolas, junto al ruido del ocio.
En la actualidad, la mayoría de las grandes ciudades españolas
están elaborando sus mapas de ruidos como estable la ley.
Juristas contra el ruido critica 'la excesiva tecnificación
de las legislaciones y la falta de atención a los vecinos que
tienen que acudir, en la mayoría de casos a la vía judicial'
para encontrar una solución al ruido. Para Peacram el ocio
sigue siendo la fuente más preocupante y la asignatura
pendiente de la legislación.
El año 2004 está siendo especialmente significativo para la
lucha contra la contaminación acústica. Además de la entrada
en vigor de la directiva, el Tribunal Constitucional consideró
en un fallo de marzo pasado que 'el ruido atenta contra los
derechos fundamentales de las personas'. Las asociaciones de
lucha contra el ruido consideraron la resolución como una
victoria simbólica.
Un mes más tarde, Zaragoza se convirtió en la sede del I
Congreso nacional contra el ruido donde médicos, técnicos,
asociaciones vecinales y juristas, entre otros se reunieron
para llegar a conclusiones como demandar 'más concienciación
de los ciudadanos y la clase política' o una mayor calidad en
la edificación, ya que la 'norma básica de edificación se ha
probado insuficiente'.
La otra cara de la moneda son los hosteleros. En Madrid, la
Asociación Empresarial de Hostelería de la Comunidad de
Madrid, La Viña, ha anunciado hace unas semanas un recurso
contencioso-administrativo contra el Ayuntamiento de Madrid
por la aprobación de la nueva Ordenanza del Ruido del 31 de
mayo. Los hosteleros aseguran sentir sus actividad económica
amenazada. Una cuestión de salud
Malestar, estrés, trastornos del sueño, daños al oído,
trastornos psíquicos o incluso aumentos de hasta el 20% o el
30% en el riesgo de ataques al corazón en personas sometidas a
más de 65 decibelios en periodo diurno. Estas son, según la
OMS, algunas de las consecuencias que puede ocasionar una
exposición prolongada a más decibelios de los recomendados.
Tanto la OMS como la mayoría de ordenanzas municipales
españolas ponen como límite los 30 decibelios en horario
nocturno. Durante el día se suele experimentar malestar
moderado a partir de los 50 decibelios, el nivel de una
conversación a media voz, y fuerte a partir de los 55. Por la
noche y en estado de vigilia, estas cifras disminuyen en 5 ó
10 decibelios. Los grupos de mayor riesgo son los niños, los
ancianos, los enfermos, las personas con dificultades
auditivas y los fetos.
La contaminación acústica no es sólo perjudicial para la
salud de las personas sino para la económica. A principios de
2001 las pérdidas económicas anuales debidas al ruido
ambiental se situaban 'entre los 13.000 y los 38.000 millones
de euros', según la dirección general de Medio Ambiente de la
Comisión de la UE. A esas cifras contribuyen, por ejemplo, la
reducción del precio de la vivienda, los costes sanitarios, y
los de los días de absentismo laboral.
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