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Cetáceos en la costa noreste de Italia
son incapaces de procrear, a causa de la severa
contaminación acústica |
23 mar (PNUMA) |
El llamado
mar Ligure, que corresponde al golfo de Génova y el mar
Tirreno septentrional, se conoce como "santuario de las
ballenas", pero el tráfico diario de embarcaciones
mercantiles causa ruidos que han vuelto casi imposible
la comunicación entre los gigantes del mar.
Los
cetáceos que llegan a esa región son rorcuales comunes
(Balaenoptera physalus), una de las especies llamadas
genéricamente ballenas barbadas.
Los machos
emiten ciertos sonidos que atraen la atención de las
hembras y les indican que están disponibles para
aparearse, "especialmente en los meses de invierno, y
con mayor volumen y frecuencia en febrero y marzo",
explicó a Tierramérica el investigador Fabrizio Borsani,
del laboratorio acústico marino del Instituto Central de
Investigación del Mar (Icram), con sede en Roma.
Ese "canto", que más se parece a golpes de
martillo, sería perceptible a 500 kilómetros de
distancias si no hubiera interferencia. Pero las hembras
del mar Ligure no logran escucharlo y "hay riesgo de que
queden solteras", señaló a Tierramérica el coordinador
de la investigación científica del Acuario de Génova,
Guido Ognone.
Un estudio del Icram, realizado de
1999 a 2003, confirmó que el golfo de Génova y el
Tirreno del norte están entre las zonas marinas más
ruidosas del mundo debido a la navegación, especialmente
mercantil.
Cada año pasan por allí unos 300
buques-tanque, llevando hacia el norte de Europa cerca
de 18 millones de toneladas de petróleo y sus derivados.
El Icram grabó 16 mil horas del "canto" de los
cetáceos, mediante 18 artefactos con microchips a
profundidades de 600 a dos mil metros, y descubrió que
diariamente el tránsito de embarcaciones interrumpía 97
por ciento de esos mensajes.
Según los
investigadores, eso significa que en 24 horas sólo
quedan 43 minutos libres de ruido, insuficientes para
que se concreten "citas de amor" entre ballenas.
La rorcual común, también llamada "de aleta",
puede medir unos 24 metros de largo y pesar unas 60
toneladas, y tiene un promedio de vida de 90 años. La
potente musculatura de su cuerpo le permite desplazarse
a 40 o 50 kilómetros por hora.
En el mar
Mediterráneo viven cientos de ballenas, que la mayor
parte del tiempo están solas, nadando cientos de
kilómetros al día.
La capacidad de reproducción
de las ballenas barbadas es baja, con una a tres crías
en promedio. Las hembras están listas para la maternidad
cuando cumplen 14 años, y los machos son sexualmente
activos a los 18.
El periodo de gestación varía
de un año a 16 meses, y las madres alimentan durante un
año a sus pequeños, que consumen unos 200 litros de
leche diarios.
Ante la "explosión de ruidos" en
el último siglo, debido a mucho mayor tráfico de grandes
embarcaciones, "es posible que las ballenas hayan
aumentado el volumen y frecuencia de su 'canto'. Pero
esto todavía es una hipótesis que necesita
verificación", apuntó Ognone.
De todos modos, es
claro que la contaminación acústica resulta muy
perjudicial para los habitantes del mar, y por eso
organismos del sistema de las Naciones Unidas buscan, al
igual que la Unión Europea, "limitar la actividad del
hombre en el mar, pero no hay resultados ni cambios de
ruta", dijo a Tierramérica la responsable del sector
Pesca de la Liga Antidiseccion de Animales, Maria Teresa
D'Agostino.
Según el Icram, para evitar un mayor
daño a las ballenas es necesario reglamentar el tráfico
de las embarcaciones en los corredores navales,
establecer rutas preferenciales y construir naves,
puertos y barreras con parámetros orientados a mitigar
la contaminación acústica.
Según el Fondo
Mundial para la Naturaleza, un cuarto de las especies de
cetáceos está en vías de extinción. Muchos ejemplares
cayeron en manos de cazadores en los últimos decenios, y
otros son amenazados por la presencia de sustancias
tóxicas en el mar, la extracción de gas y petróleo, e
incluso eventuales colisiones contra buques.
La
Comisión Ballenera Internacional (IWC son sus siglas en
inglés) calcula que cada año mueren 300 mil ballenas
atrapadas en redes de pescadores.
Todo eso
agrava se suma a las dificultades para el apareamiento
de los rorcuales en las costas de
Liguria.
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