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AL DÍA
PILAR MORENO VÍCTIMA DEL RUIDO
«Estrasburgo me ha devuelto la fe en la justicia»
La profesora valenciana ha conseguido que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos reconozca su causa contra el ruido
Pilar Moreno, ayer en San Sebastián. [LUSA]
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«Un día se puede ir a trabajar en blanco, sin una hora de sueño, pero no semana tras semana», relata Pilar Moreno, que ha conseguido su recompensa tras años de lucha en los tribunales para reivindicar su derecho al descanso, perturbado por la apertura de locales nocturnos debajo de su casa, en Valencia. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha establecido que el ruido nocturno perjudica la vida privada y ha condenado a las autoridades españolas por su pasividad ante el problema. Pilar, profesora de matemáticas, participa en unas jornadas en San Sebastián sobre la popularización de esta ciencia.



- ¿Cómo era una noche de fiesta en su barrio?

-En Valencia la movida se ha centrado en tres barrios. En el mío se juntaban miles de personas en la calle y no podías llegar a tu casa por la noche, tampoco las ambulancias, ni los bomberos y hablo de casos reales. Si llegabas en coche, te tiraban bebidas por la ventanilla. Hablamos de los años 90, cuando en cuatro o cinco manzanas había del orden de cien establecimientos y bajo mi casa se abrió una discoteca sin el consentimiento de los vecinos.

- ¿Qué hicieron?

- La lucha de los vecinos ha sido muy fuerte, con visitas al Ayuntamiento, pancartas, escritos, denuncias. Nada servía para nada. En 1997 me enteré de que un vecino había presentado una reclamación al Ayuntamiento para que le pagara las cristaleras que se tuvo que poner para poder vivir. Fue entonces cuando empecé todo el proceso para reclamar lo mismo, primero al Ayuntamiento, que lo negó, luego al Tribunal Superior de Justicia y al Constitucional, hasta llegar a Estrasburgo.

- ¿Qué consecuencias tuvo que soportar debido al ruido?

- Tú no puedes ir a trabajar si no has dormido. Un día lo puedes hacer, lo que no puedes es estar tres días sin dormir, semana tras semana. En Valencia, el lío empieza los jueves y sigue los viernes y sábados por la noche. La fiesta en la discoteca duraba hasta las cinco de la mañana y a partir de ese momento la juerga seguía en la calle con gente cantando, gritando, tocando las bocinas de coches y motos.

- Usted tuvo una vecina que se fue a vivir a otro sitio.

- La familia del primer piso se tuvo que ir. En su casa, las tazas se movían a causa de las vibraciones.

- ¿A cuánto llegó el nivel del ruido?

- Se midieron 115 decibelios en la calle, pero los técnicos que controlaron el nivel dentro de casa vieron que también superaba los límites. De hecho, el Constitucional no me daba la razón porque decía que no había pruebas. Se suponía que yo, una ciudadana de a pie, tenía que haber llamado a mitad de la noche a un notario y a un técnico para que midiesen el ruido y me cobrasen entre 3.000 o 4.000 euros, que era más de lo que costaba poner las ventanas.

- Al final ha ganado.

- Lo de exigir las ventanas es simbólico, es un grito contra una impotencia que supera todo. La gente tiene miedo de meterse en pleitos y es normal, porque no sabes dónde acabas. Para hacerlo hay que decirse 'me meto, caiga quien caiga, aunque caiga yo mismo, pero voy a ir hacia delante'. Se necesitan ganas de decir públicamente que ya está bien.

- Pero el camino es largo.

- Sí, ha sido un camino largo, pero ahora el que tenga que hacer la gente será mas corto, porque creará jurisprudencia y las autoridades van a tener que reaccionar.

- ¿Y cuál es su impresión de los tribunales?

- Me parece que no puedo ni decir lo que pienso. De hecho, lo de Estrasburgo me ha devuelto la fe en la justicia.

- ¿Y qué diría a los que reclaman pasárselo bien?

- Yo no culpaba a los dueños de bares, porque cada uno se gana la vida como puede, ni sentía agresividad contra los jóvenes borrachos que vomitaban. Lo que me daban era pena, y mi agresividad iba contra el Ayuntamiento, que estaba permitiendo ese deterioro. La gente se lo tiene que pasar bien, pero sin molestar a nadie. Y que no me cuenten que una discoteca ubicada en los bajos de una casa de viviendas está bien aislada, ya que los pilares transmiten las vibraciones.


 

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