El afectado de intolerancia o
hipersensibilidad al sonido encuentra difícil llevar una vida
personal, laboral y social normal. En casos extremos debe aislarse
en habitaciones insonorizadas.
Como la mayoría de las diversiones implican la producción de
sonidos, así quedan vedadas para un hiperacúsico.
La causa que más frecuentemente parece desencadenar la
hiperacusia es un sonido estrepitoso, sobre todo repentino, como el
de la música o a la voz de un locutor amplificados por unos
altavoces potentes, situados muy cerca de los oídos del oyente.
Un suave silbido en los oídos, al abandonar el lugar, puede ser
el primer indicio de problemas. A los pocos días la persona descubre
que la conversación a su alrededor resulta insoportablemente ruidosa
para su oído izquierdo, lo cual comienza a sucederle pocas semanas
después en el derecho. A la sorpresa inicial, siguen la confusión y
el temor. El hecho de que el médico de cabecera no sepa a menudo qué
hacer ante un caso de esta naturaleza, aumenta el padecimiento del
paciente.
Raro trastorno
Este trastorno es tan raro
que sólo unos pocos médicos de familia y especialistas han oído
hablar de él, y muchos profesionales incluso llegan a pensar que su
paciente no tiene un problema real, según el doctor Jack Vernon, del
Centro de Investigación de la Audición, de Oregon, en Estados
Unidos.
Según este experto estadounidense, es importante que los
facultativos conozcan que existen este tipo de casos, y que las
personas que padecen hiperacusia sepan que no están locos.
Una investigación entre 125 mil pacientes realizada por la
Asociación Americana de Tinnitus, descubrió sólo 89 casos de
hiperacusia. La mayoría de los afectados de hiperacusia sufren
tinnitus o acufenos: la percepción de sonidos (zumbidos, tañidos,
rugidos, silbidos, siseos) en ausencia de estímulos acústicos.
La hiperacusia mantiene cierta similitud con un trastorno
auditivo frecuente en los mayores de 50 años, que combina la
hipersensibilidad al sonido con la pérdida de la audición.
Los enigmas del oído
Los médicos creen que
al menos existen dos causas que hacen que la mente perciba los
sonidos de forma estruendosa: que los mecanismos del oído interno
relacionados con la percepción de los sonidos agudos estén
"apagados" de algún modo; o que las ondas acústicas que llegan al
oído interno sean amplificadas de alguna forma en cierto punto
durante su camino hacia el cerebro.
Para el doctor Pawel Jastreboff, del Centro de Tinnitus e
Hiperacusia, de la Universidad de Maryland, este trastorno se
relaciona con los daños en unas células filamentosas de la cóclea,
que están involucradas en la amplificación de los sonidos débiles,
las cuales son muy delicadas y constituyen el lugar donde suelen
comenzar la mayoría de los daños auditivos.
Si algunos sonidos, que resultan suaves para las otras personas
que están alrededor suyo, le producen una elevada sensación de
desagrado, y este problema dura más de un día o dos, ha llegado el
momento de acudir al médico, según el doctor Jastreboff.
La mayoría de la gente comienza a sentir desagrado ante una
sonido equivalente al de una sierra de cadena o un martillo
neumático. Para un hiperacúsico el nivel de incomodidad auditiva
puede situarse en el sonido de una conversación, el zumbido del
refrigerador o incluso ante sonidos de menos decibelios.
A veces, la hiperacusia se limita a determinadas frecuencias
acústicas, como las de un cierto conjunto de teclas de un piano.
La hiperacusia también se caracteriza por una alteración en la
dinámica auditiva: no sólo los sonidos producen sufrimiento, sino
que los cambios bruscos en el volumen acústico también son difíciles
de tolerar, a menos que el volumen sea bajo.
La masticación puede enloquecer a una persona hiperacúsica,
porque los ruidos internos que produce esta actividad son conducidos
a través de los huesos de la cabeza.
Los tapones agravan el problema
El uso de
tapones no sólo no soluciona el problema, sino que puede empeorarlo,
según los doctores Vernon y Jastreboff, ya que al privar al sistema
auditivo de sonidos de forma regular, los oídos tratan de compensar
este silencio amplificando la audición de los sonidos más débiles.
Ello hace que los oídos se vuelvan cada vez más sensibles.
Más que a la evitación del sonido, los pacientes hiperacúsicos
reaccionan favorablemente a la reintroducción paulatina de ruidos en
niveles que están apenas por debajo de su nivel de tolerancia
acústica. Este método reeduca el sistema nervioso del paciente para
que no eleve o amplifique el volumen del sonido. Para desensibilizar
a los pacientes respecto de las señales acústicas, se emplean
sonidos de determinadas frecuencias, que suenan como la estática
entre las distintas estaciones de una radio FM o como la rompiente
de las olas del mar, entre otros.
Estas terapias de reeducación o reacondicionamiento, se adecuan a
las necesidades individuales de cada paciente, según su nivel de
intolerancia acústica. El tratamiento consiste básicamente en
escuchar una cinta de casete o un soporte similar, con sonidos
desensibilizadores, durante varias horas al día, en el hogar.
Con el tiempo los pacientes van desarrollando una tolerancia a
los sonidos ambientales normales, los cuales pueden ahora percibir
sin experimentar ninguna sensación de desagrado. Por lo general las
mejorías tardan entre un año y un año y medio o más en llegar,
dependiendo de la situación de cada individuo.
Hay hiperacúsicos que se han recobrado totalmente o que al menos
pueden volver a desarrollar su vida normal, pero deberán evitar
siempre exponerse a los extremos acústicos, ya que pueden seguir
siendo sensibles a ciertos sonidos o frecuencias. Pese a sus
limitaciones, la terapia desensibilizadora ofrece a los
hiperacúsicos una esperanza y puede acompañarse con la
administración de fármacos antidepresivos y contra la ansiedad, para
ayudar a los pacientes a que enfrenten el extraordinario estrés que
les produce su hipersensibilidad auditiva.
Ducharse en una catarata
Los hiperacúsicos
sufren un gran aislamiento sicológico, porque viven en condiciones
diferentes a la mayoría, y sienten que son malinterpretados, ya que
es muy difícil para los demás incluso para los más cercanos,
entender la situación que atraviesan.
Los desafíos que debe afrontar a diario no son pocos: cuando
hablan suavemente sus interlocutores reaccionan hablando también con
suavidad; si asisten a una función de teatro deben sentarse en la
última fila para que nadie aplauda en sus oídos; para ducharse sin
aturdirse con el ruido del chorro de agua deben instalar grifos
rociadores especiales en las duchas.
Los afectados por este trastorno señalan que si la gente fuera
consciente del riesgo que sufre al exponer sus oídos a sonidos
estruendosos en el hogar, el trabajo, los conciertos, el restaurante
e infinidad de lugares con exceso de decibelios, podría evitarse que
muchas personas padecieran hiperacusia.
"La hiperacusia, un trastorno que forma parte de las paracusias o
audiciones paradójicas, es tan inusual que hay muy poca literatura
médica sobre sus características y el término para identificarlo
apenas se utiliza", señala Carlos Cenjor, otorrinolaringólogo de la
Fundación Jiménez Díaz, de Madrid.
"La sensación ilusoria de obtener un incremento sonoro superior
al real, que puede diferir de un oído a otro, ha sido relacionada
con las patologías de la cóclea aunque también podría tener raíces
sicológicas o neurológicas", señala el experto.
Explica que "la sensación de ruido excesivo, que puede
establecerse en el cerebro incluso después de eliminada su causa
orgánica, puede originarse en anomalías del sistema nervioso
central, en cuyo caso es muy difícil de tratar".
"A veces, cuando las células del oído están lesionadas se produce
una sensación de falsa mejoría, con la cual podría relacionarse este
raro mal, sobre el que se ignora más de lo que se conoce, y que
aparece en pacientes con tinnitus y en algunos casos de esclerosis
múltiple", señala el experto en problemas auditivos. (EFE )