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Una pesadilla, la sensibilidad acústica

La hiperacusia es un trastorno que hace que los sonidos habituales sean percibidos de forma estrepitosa y con frecuencia dolorosa, tanto que ni los tapones de oídos alivian el sufrimiento


El Universal
Lunes 20 de septiembre de 2004

El afectado de intolerancia o hipersensibilidad al sonido encuentra difícil llevar una vida personal, laboral y social normal. En casos extremos debe aislarse en habitaciones insonorizadas.

Como la mayoría de las diversiones implican la producción de sonidos, así quedan vedadas para un hiperacúsico.

La causa que más frecuentemente parece desencadenar la hiperacusia es un sonido estrepitoso, sobre todo repentino, como el de la música o a la voz de un locutor amplificados por unos altavoces potentes, situados muy cerca de los oídos del oyente.

Un suave silbido en los oídos, al abandonar el lugar, puede ser el primer indicio de problemas. A los pocos días la persona descubre que la conversación a su alrededor resulta insoportablemente ruidosa para su oído izquierdo, lo cual comienza a sucederle pocas semanas después en el derecho. A la sorpresa inicial, siguen la confusión y el temor. El hecho de que el médico de cabecera no sepa a menudo qué hacer ante un caso de esta naturaleza, aumenta el padecimiento del paciente.



Raro trastorno

Este trastorno es tan raro que sólo unos pocos médicos de familia y especialistas han oído hablar de él, y muchos profesionales incluso llegan a pensar que su paciente no tiene un problema real, según el doctor Jack Vernon, del Centro de Investigación de la Audición, de Oregon, en Estados Unidos.

Según este experto estadounidense, es importante que los facultativos conozcan que existen este tipo de casos, y que las personas que padecen hiperacusia sepan que no están locos.

Una investigación entre 125 mil pacientes realizada por la Asociación Americana de Tinnitus, descubrió sólo 89 casos de hiperacusia. La mayoría de los afectados de hiperacusia sufren tinnitus o acufenos: la percepción de sonidos (zumbidos, tañidos, rugidos, silbidos, siseos) en ausencia de estímulos acústicos.

La hiperacusia mantiene cierta similitud con un trastorno auditivo frecuente en los mayores de 50 años, que combina la hipersensibilidad al sonido con la pérdida de la audición.



Los enigmas del oído

Los médicos creen que al menos existen dos causas que hacen que la mente perciba los sonidos de forma estruendosa: que los mecanismos del oído interno relacionados con la percepción de los sonidos agudos estén "apagados" de algún modo; o que las ondas acústicas que llegan al oído interno sean amplificadas de alguna forma en cierto punto durante su camino hacia el cerebro.

Para el doctor Pawel Jastreboff, del Centro de Tinnitus e Hiperacusia, de la Universidad de Maryland, este trastorno se relaciona con los daños en unas células filamentosas de la cóclea, que están involucradas en la amplificación de los sonidos débiles, las cuales son muy delicadas y constituyen el lugar donde suelen comenzar la mayoría de los daños auditivos.

Si algunos sonidos, que resultan suaves para las otras personas que están alrededor suyo, le producen una elevada sensación de desagrado, y este problema dura más de un día o dos, ha llegado el momento de acudir al médico, según el doctor Jastreboff.

La mayoría de la gente comienza a sentir desagrado ante una sonido equivalente al de una sierra de cadena o un martillo neumático. Para un hiperacúsico el nivel de incomodidad auditiva puede situarse en el sonido de una conversación, el zumbido del refrigerador o incluso ante sonidos de menos decibelios.

A veces, la hiperacusia se limita a determinadas frecuencias acústicas, como las de un cierto conjunto de teclas de un piano.

La hiperacusia también se caracteriza por una alteración en la dinámica auditiva: no sólo los sonidos producen sufrimiento, sino que los cambios bruscos en el volumen acústico también son difíciles de tolerar, a menos que el volumen sea bajo.

La masticación puede enloquecer a una persona hiperacúsica, porque los ruidos internos que produce esta actividad son conducidos a través de los huesos de la cabeza.



Los tapones agravan el problema

El uso de tapones no sólo no soluciona el problema, sino que puede empeorarlo, según los doctores Vernon y Jastreboff, ya que al privar al sistema auditivo de sonidos de forma regular, los oídos tratan de compensar este silencio amplificando la audición de los sonidos más débiles. Ello hace que los oídos se vuelvan cada vez más sensibles.

Más que a la evitación del sonido, los pacientes hiperacúsicos reaccionan favorablemente a la reintroducción paulatina de ruidos en niveles que están apenas por debajo de su nivel de tolerancia acústica. Este método reeduca el sistema nervioso del paciente para que no eleve o amplifique el volumen del sonido. Para desensibilizar a los pacientes respecto de las señales acústicas, se emplean sonidos de determinadas frecuencias, que suenan como la estática entre las distintas estaciones de una radio FM o como la rompiente de las olas del mar, entre otros.

Estas terapias de reeducación o reacondicionamiento, se adecuan a las necesidades individuales de cada paciente, según su nivel de intolerancia acústica. El tratamiento consiste básicamente en escuchar una cinta de casete o un soporte similar, con sonidos desensibilizadores, durante varias horas al día, en el hogar.

Con el tiempo los pacientes van desarrollando una tolerancia a los sonidos ambientales normales, los cuales pueden ahora percibir sin experimentar ninguna sensación de desagrado. Por lo general las mejorías tardan entre un año y un año y medio o más en llegar, dependiendo de la situación de cada individuo.

Hay hiperacúsicos que se han recobrado totalmente o que al menos pueden volver a desarrollar su vida normal, pero deberán evitar siempre exponerse a los extremos acústicos, ya que pueden seguir siendo sensibles a ciertos sonidos o frecuencias. Pese a sus limitaciones, la terapia desensibilizadora ofrece a los hiperacúsicos una esperanza y puede acompañarse con la administración de fármacos antidepresivos y contra la ansiedad, para ayudar a los pacientes a que enfrenten el extraordinario estrés que les produce su hipersensibilidad auditiva.



Ducharse en una catarata

Los hiperacúsicos sufren un gran aislamiento sicológico, porque viven en condiciones diferentes a la mayoría, y sienten que son malinterpretados, ya que es muy difícil para los demás incluso para los más cercanos, entender la situación que atraviesan.

Los desafíos que debe afrontar a diario no son pocos: cuando hablan suavemente sus interlocutores reaccionan hablando también con suavidad; si asisten a una función de teatro deben sentarse en la última fila para que nadie aplauda en sus oídos; para ducharse sin aturdirse con el ruido del chorro de agua deben instalar grifos rociadores especiales en las duchas.

Los afectados por este trastorno señalan que si la gente fuera consciente del riesgo que sufre al exponer sus oídos a sonidos estruendosos en el hogar, el trabajo, los conciertos, el restaurante e infinidad de lugares con exceso de decibelios, podría evitarse que muchas personas padecieran hiperacusia.

"La hiperacusia, un trastorno que forma parte de las paracusias o audiciones paradójicas, es tan inusual que hay muy poca literatura médica sobre sus características y el término para identificarlo apenas se utiliza", señala Carlos Cenjor, otorrinolaringólogo de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid.

"La sensación ilusoria de obtener un incremento sonoro superior al real, que puede diferir de un oído a otro, ha sido relacionada con las patologías de la cóclea aunque también podría tener raíces sicológicas o neurológicas", señala el experto.

Explica que "la sensación de ruido excesivo, que puede establecerse en el cerebro incluso después de eliminada su causa orgánica, puede originarse en anomalías del sistema nervioso central, en cuyo caso es muy difícil de tratar".

"A veces, cuando las células del oído están lesionadas se produce una sensación de falsa mejoría, con la cual podría relacionarse este raro mal, sobre el que se ignora más de lo que se conoce, y que aparece en pacientes con tinnitus y en algunos casos de esclerosis múltiple", señala el experto en problemas auditivos. (EFE )


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