M.
Fontán / VIGO
El ruido es un factor estresante. Así lo considera el psiquiatra
José Manuel García de la Villa, quien ha atendido en su consulta a
personas con diferentes trastornos debido a este problema. Vivir al
lado de una zona de discotecas o soportar día tras día los ruidos de
una obra pueden conllevar insomnio, ansiedad e incluso depresiones.
- ¿Nuestra salud mental se resiente por el ruido?
- Sin duda. El ruido es un factor estresante y el estrés es una
respuesta de tensión a algo que se vive como amenazante para el
organismo, a algo que es un peligro. Vivir en un ambiente con ruidos
produce una alteración y en mi consulta ya he atendido a varios
pacientes con este problema. Una de estas personas vivía en una zona
de copas, lo que le ocasionó muchos problemas: sus hijos no dormían
y ella se volvió más irritable, lo que le llevó a tener discusiones
con los responsables del local. Se le complicó la vida y acabó
deprimiéndose. Otro paciente, que vivía en Coia, confesaba que
cuando podía se iba para una vivienda que tenía en Cangas huyendo
del ruido.
- Los expertos afirman que el ruido se tolera menos por la
noche...
- El número de decibelios que se tolera es menor porque no hay
ruido ambiental, como de día, y la sensibilidad es mayor. Y hay otro
problema: si alguien se sensibiliza a un determinado tipo de ruido,
va a tener intolerancia, en cuanto lo escuche se va a poner fatal.
De igual modo que el que le tiene miedo a los perros, va a
experimentar una respuesta fóbica.
- ¿Puede influir en nuestro carácter, hasta el punto de
volvernos irritables o agresivos?
- Es perfectamente lógico. Una persona con un horario de trabajo
normal, que se tenga que levantar a las siete de la mañana y que
noche tras noche no pueda dormir bien ni descansar se va a ver
afectado. Tiene más probabilidades de sufrir dolores de cabeza o
somnolencia diurna y esto a su vez puede conllevar problemas en su
trabajo. Esta falta de energía genera irritabilidad. En psiquiatría
no podemos hablar de una enfermedad del ruido, pero estar expuesto a
él puede influir en ciertas patologías y generar otras como
insomnio, ansiedad o depresión. Y si ese elemento que nos molesta
persiste, la persona tiene el riesgo de sufrir un problema de tipo
crónico.
-¿Es muy alto el consumo de tranquilizantes entre las personas
afectadas?
- Sí, algo que es nefasto y que demuestra que estamos pagando lo
mal que vivimos. Muchas veces son los propios pacientes los que te
piden estos psicofármacos, lo cual tapa el problema pero no lo
soluciona.
-Como especialista, ¿qué le recomendaría a las personas con
trastornos debido al ruido que se ven obligadas a soportar en su
vida diaria?
-La realidad de este problema es que las personas afectadas poco
pueden hacer, ya que no te puedes aislar fácilmente. No todo el
mundo puede permitirse, por ejemplo, poner doble ventanal en su casa
y, lamentablemente, los edificios no están construidos pensando en
que tengan una buena insonorización. Vivimos en una ciudad
industrial donde los ruidos son inevitables, tal y como podemos
comprobar a diario, y a nivel general las medidas deben ser de
carácter político y económico. A nivel individual hay soluciones
como ponerse tapones para dormir por las noches pero, insisto, no
todos pueden instalar doble cristal en sus casas o salir a pasear
por el monte a diario para aislarse durante un período de tiempo de
la ciudad.
- ¿Considera que falta sensibilidad social de los ciudadanos
hacia este problema?
- En cierto modo sí, porque a pesar de que el ruido no se puede
solucionar totalmente de forma individual, sí podemos ayudar a que
no se note tanto. Si los locales cumpliesen las normativas, si la
gente no pitase en los semáforos... todo sería un poco más
llevadero. Existe una falta de educación.