Vecinos del Carmen recaudan 2.500 €
en donativos para la campaña contra el ruido
Los residentes reparten
pancartas, camisetas y folletos en el mercado de Mossén
Sorell
La venta de bonos solidarios
contra el ruido, que comenzó hace una semana, ha supuesto una
recaudación de 2.500 euros. El dinero va destinado a pagar un
abogado y conseguir que declaren el Carmen como Zona Acústicamente
Saturada (ZAS). Los vecinos distribuyeron ayer camisetas y pancartas
reivindicativas.
Son ya cuatro años de lucha contra el
exceso de sonido que viaja por el ambiente nocturno del barrio. 234
locales de ocio y botellones que rebrotan por cada rincón se
encargan de mantener en vela a miles de almas de jueves a domingo.
“Hay vecinos que se tienen que medicar por esto”, dijo ayer Fina
Catalá, de 47 años, mientras repartía camisetas y pancartas con
mensajes como: “Estem farts, no podem dormir” o “Soroll no”.
Amics del Carme ha recogido 2.500 euros con la venta de
bonos contra la contaminación acústica. Se trata de participaciones
solidarias de tres euros que se están suministrando por la calle y a
través de los comercios desde hace una semana. Este dinero lo
utilizarán para pagar a los abogados que han contratado con el fin
de se les declare Zona Acústicamente Saturada (ZAS).
Tras
presentar la primera demanda contra el Ayuntamiento porque este no
les facilita las mediciones del sonido ambiental, se lanzan a
distribuir cupones para financiar la campaña contra el ruido. “No
hemos podido negociar y sólo nos queda la vía de la justicia”,
señaló ayer Antonio Cassola, presidente de Amics del Carme.
Difusión del mensaje
Durante toda la
mañana de ayer, los miembros de Amics del Carme instalaron un puesto
delante del mercado de Mossén Sorell, o como algunos bromeaban,
Mossén “Soroll”. Las pancartas y las camisetas rebosaban sobre una
amplia mesa.
Todo el que pasaba por delante de la parada se
detenía para interesarse por la causa. Teresa Martínez, de 47 años,
se acercó para adquirir un bono contra el ruido. Vive en la zona
desde hace más de 30 años. Sostuvo que el deterioro del barrio es
“extraordinario”. “No estamos en contra de que la gente venga a los
bares, sino de las actitudes de exceso y abuso”. Teresa puso el
vandalismo callejero en el punto de mira y como fuente de molestias.
Eva Segura, de 32 años, vive en la calle Corona. Adquirió
una pancarta en el improvisado acto reivindicativo y miró con
tristeza el futuro del Carmen. “El ruido afecta a la salud porque no
se puede descansar”, señaló la joven. Sufre la actividad de un pub
que está bajo su vivienda. “Le hemos puesto un montón de denuncias
pero la burocracia tarda siglos en actuar”, concluyó.
Tránsito inoportuno
Otro vecino, César Solano, de
30 años, pedía que se peatonalizasen las calles del centro
histórico. En sus manos llevaba un cartel que decía: “Volem targeta
de resident al barri del Carme. Regulació del Tránsit”. El paso
continuo de vehículos durante la noche también fomenta que los
decibelios se disparen.
Cassola se apoya en mediciones
sonoras refrendadas por actas notariales para afirmar que se supera
el límite permitido de cecibelios. Entre las soluciones propuestas
por la agrupación están el aumento de la presencia policial, la
revocación de licencias de locales, y la restricción de horarios.
“El Ayuntamiento guarda las quejas de los vecinos en un
cajón y permite que nuestras calles se conviertan en una gran barra
de bar, en un parque temático de copas”, comentó el presidente.
Explicó que el Consistorio “propicia” y “consiente” esta situación,
“que supone un continuo deambular de gente”.