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"Los ruidos hacen que vivamos con los
nervios a flor de piel"
M. FORTES / MÁLAGA
Es ya públicamente conocido que
Málaga es la segunda ciudad española, seguida de poblaciones de la
Comunidad Valenciana, cuyos ciudadanos sufren mayores
niveles de ruidos; pero lo que se desconoce en mayor medida
es la gravedad de esta afirmación, en tanto que en numerosos casos
limita la vida cotidiana de las personas que los sufren y llegan,
incluso, a acarrear alteraciones
emocionales.
Así, los vehículos que a diario
circulan por la N-340 limitan la vida de residentes a ‘pie de
carretera’, como la de Mercedes Meléndez, que vive en El Copo y es
vocal de la asociación de vecinos de la zona, quien asegura que “los
ruidos hacen que vivamos con los nervios a flor de piel”.
Meléndez se mudó hace cinco años a El Copo desde Las
Delicias “en qué momento...”, afirma, ya que “vivimos encerrados
para no tener que soportar los altos niveles de ruido” y es una
situación a la que “en este tiempo nunca nos hemos acostumbrado”,
comenta, “ahora entiendo porqué cuando me vendieron la casa en
ningún momento abrieron las ventanas”, matiza. Sin embargo, esta es
una situación habitual en el vecindario puesto que “son numerosos
los pisos que están puestos a la venta en la zona para escapar de
esta molestia y aquí hay vecinos desde hace 20 años que aún siguen
sin adaptarse”, concreta esta residente.
Sin embargo, la vida
en casa de Meléndez no es fácil porque “tenemos que dormir con
tapones en los oídos, de esos que se usan para la natación; que con
la presión no entra el agua, ni se oye nada”, viven “con las
ventanas -de doble cristal- y las puertas cerradas” lo que supone
“estar todo el día encerrado en tu propia casa” y “sin apenas
ventilación”, matiza.
Eso sin tener en cuenta que los
horarios dependen del tráfico de la autovía; es decir, “nos
despertamos sobre las 7 horas que es cuando gran cantidad de
malagueños se ponen en carretera para ir a trabajar, comemos con los
atascos de las 14 horas y chillamos cuando hablamos con nuestros
amigos por teléfono cuando se forman las colas de las 19 horas”,
informa. Así, “el único respiro que tenemos son los domingos a medio
día”, argumenta.
Sin embargo, “la situación puede llegar a
ser mucho peor... como la que vivimos con la construcción del
Palacio de Ferias y Exposiciones, que había máquinas trabajando a
las tres de la mañana, o la de los días de feria, que motivan que
muchos de los vecinos nos vayamos de camping o alquiler esa semana”,
explica. Sin embargo, “lo que más nos duele es que nadie nos haga
caso, llevamos más de ocho años pidiendo soluciones y la
administración sólo hace pasarse la pelota”,
argumenta.
Casi una década pendiente de que se
liciten pantallas acústicas
Las primeras
documentaciones relativas a la posibilidad de instalación de
pantallas acústicas en El Copo datan de noviembre de 1995, al
entonces Ministerio de Obras Públicas (MOPU) y la Unión Europea
(UE), y de los cuales existen “escritos remitido en los que se
detalla, siendo consideradas alegaciones vecinales, la tramitación
de una solicitud de instalación de pantallas acústicas en la N-340
de acuerdo a modelo PK 236.400, de 300 metros lineales en margen
derecho paralelo a la barriada”, nueve años después “aún esperamos
que se licite este proyecto”, indicó el vicepresidente de la
Federación de Asociaciones de Vecinos ‘Solidaridad’, Salvador Pérez.
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