Ante el exceso de bulla en el ambiente, vecinos se
comunican de un piso a otro con mensajes
celulares.
El sonido de los altoparlantes,
equipos de música, bandas de guerra, pito de automotores y sierras
eléctricas, son algunas de las formas que contribuyen a la
contaminación del ruido en el país.
Esto afecta al 70% de la
población, según un estudio de la Fundación Contra el Ruido, Aires
Contaminantes y Tabaquismo.
La entidad, al igual que la
Dirección de Medio Ambiente del Municipio, recepta denuncias y
realiza intervenciones necesarias.
Ante la falta de control,
en diversos barrios se resignan a convivir con los ruidos.
La
conversación con Maritza, una moradora de la ciudadela Sauces 3, se
inicia casi a gritos al pie de su casa ante los constantes ruidos
del ambiente.
El primero por una canción que se
escucha a elevado volumen por un altoparlante y que proviene de un
bar-billar ubicado junto a su casa. El segundo, el constante claxon
de los vehículos livianos y pesados que circulan por la avenida. Y
el tercero, los gritos de vendedores ambulantes que publicitan sus
productos y hacen sonar sus cornetas.
Maritza dice que
acostumbrarse a este ambiente no fue fácil. Tuvo que construir una
pared de cemento donde estaba la puerta para evitar que la bulla del
local le perturbe el sueño a su hija de 3 años.
Además,
aprendió a manejar el servicio de mensajes escritos por celular para
comunicarse con sus sobrinos dentro de la casa (de dos pisos),
puesto que no la escuchaban.
“A veces por más que les tocaba
la puerta no me escuchaban. Ahora el teléfono parece ser la
solución”, señala.
Al igual que Maritza hay otras personas
del sector que se aliaron al ruido. Es el caso de María
Auxiliadora Villegas, Sulley Socola, Xavier Saraguayo y Piedad
Zavala, quienes instalan sus parlantes para escuchar sus
preferencias musicales sin importarles que el callejón se convierta
en una mezcla de géneros.
Según un informe de la Fundación Contra el Ruido, Aire
Contaminante y Tabaquismo (Funcorat), los equipos de sonido, bandas
de guerra, altoparlantes, pito de automotores y sierras eléctricas
alcanzan los cien decibelios (unidad de intensidad sonora
acústica).
Es decir, que sobrepasan el límite normal que es
de 80 y afecta la fisiología de los individuos.
En este grupo, dice Francisco Plaza, presidente de este
establecimiento, se encuentra el principal contaminante: el
vehicular.
“Es todo lo que tiene que ver con las sirenas, bocinas, cornetas,
tubos de escape de carros”, explica.
Y aunque existe una ordenanza municipal, legalizada en 1960, que
estipula que “se prohíbe toda producción de ruidos y vibraciones en
lugares públicos, sea cual fuere la forma en que se los provoque, y
que, de algún modo, sean capaces de ocasionar trastornos mentales o
físicos en los vecinos”, no se cumple del todo.
Frente a esto, la Dirección de Medio Ambiente del Municipio
indica que en los últimos seis años se han realizado 965
intervenciones a las denuncias de ruido presentadas por la
ciudadanía; sin embargo, se dificulta hacer un seguimiento ante “la
falta de coordinación por parte de las comisarías municipales hacia
este departamento y origina el descontento de un
sector”.
INCIDENCIA
Una
ordenanza
Según el artículo 4 de la ordenanza que
refiere al ruido, los causantes de este podrán ser multados con el
12,5%.
Denuncias
Las principales
denuncias en la Dirección de Medio Ambiente se presentaron contra
vecinos ruidosos. Funcorat receptó doce denuncias en los últimos
seis meses.
Decibelios
De 06h00 a 20h00,
el ruido puede alcanzar los 70 decibelios. De 20h00 a 06h00, es
hasta 60.
Sectores
Los sitios más
bulliciosos son: Urdesa, Alborada, Acacias, centro y las avenidas de
media y alta circulación.