La famosa excusa del dolor de cabeza podría ser
rápidamente desplazada por una del tipo lo siento, hay demasiado
ruido. Y es que el estrés sonoro puede ocasionar la pérdida del
interés sexual tanto en hombres como en mujeres. Suena terrible y se
escucha peor si se sabe que este es sólo uno de los estragos que
provoca el ruido descuadrado que hoy por hoy llena las
ciudades.
Según cuenta el sitio web Infobae, cifras de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), muestran que el 76 por
ciento de la población que vive en grandes urbes sufre un impacto
acústico que supera los límites recomendables. Por eso la falta de
ganas de tener sexo o de concentración para lo
mismo.
Y hay más. Ante la contaminación acústica, el cuerpo
reacciona activando mecanismos de defensa. Como forma de rechazar el
ruido se produce una menor irrigación sanguínea y una mayor
actividad muscular.
Eso lleva a que, generalmente, quienes se enfrentan a
estos volúmenes excesivos sufran de estrés, irritabilidad, cefaleas,
fatiga, taquicardias, hipertensión, molestias digestivas, problemas
de sueño y la ya nombrada falta de apetito
sexual.
Además
de estas terribles consecuencias está la pérdida de la audición que
sólo es detectable años después de comenzado el proceso de
deterioro. Y es que el oído es sensible. De hecho tarda 36 horas en
recuperarse luego de haber sido expuesto a un volumen alto, como el
que se acostumbra tener en las discotecas.