Lunes, 11 de abril de 2005. Año XVII. Número: 5.599.
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Ruido contra el ruido
La Coordinadora contra els Sorolls i Aldarulls que funciona en Barcelona prepara 400 denuncias
MIQUI OTERO

BARCELONA.- Cada vez son más y hacen más ruido. Esta semana se celebró la primera asamblea global convocada en las Cotxeres de Sants por la Coordinadora de Barris de Barcelona Contra els Sorolls i Aldarulls, que agrupa a más de una treintena de entidades de la capital catalana.

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Andreu Mora, creador de esta coordinadora, opina que este movimiento sólo puede ir a más: «El día 20 de este mes colapsaremos el registro municipal porque presentaremos 400 denuncias a la vez». «La asamblea fue un éxito, aunque faltaron la Federació de Veïns i Veïnes de Barcelona y otras asociaciones. Nosotros no seguimos consignas políticas y somos efectivos. Quien quiera puede apuntarse», añade.

Lluís Gallardo, de Juristas contra el ruido, acusa al Ayuntamiento de desarrollar «una política completamente nefasta y cínica».«Dictan una resolución y después dicen que es papel mojado», apunta. También recuerda que el movimiento ha tomado mucha fuerza gracias al caso del Bar Gusto, en Gracia. Los vecinos protestaron contra este bar musical que funcionaba de forma ilegal. Todo acabó con una sentencia contra el Ayuntamiento por daños y prejuicios.«Es muy importante porque podemos ponerlo como ejemplo en los juicios y también usarlo como medida de presión», observa.

La recogida de basuras a avanzadas horas de la madrugada, el comportamiento del turismo de borrachera y las discotecas que se amparan en dudosas licencias son algunos de los problemas que se plantearon. Estos son sólo algunos de los problemas que se abordaron explicados a este diario por los que los sufren.

Gallardo avisa: «La gente está muy cabreada porque creen que el Ayuntamiento les toma el pelo a base de bien... Hay incluso contenciosos ganados que el consistorio se niega a hacer cumplir».

La Paloma. Esta sala de baile que se transforma en discoteca las noches de fin de semana es una de las más polémicas de la ciudad. Justo cuando la orquesta deja paso a los DJ, un batallón de mimos puebla los aledaños del establecimiento para pedir con gestos que no se haga ruido. «Llevan más de un año y los han puesto los de La Paloma, pero no soluciona nada», apunta Aurea Prado, «cuando entran aún les hacen caso, pero a las seis de la mañana casi es contraproducente porque algunos se ponen aún más tontos».

Prado, que vive justo al lado de La Paloma, incluso sospecha que los propietarios tienen mano dentro del Ayuntamiento. «Si no no se explica que esto siga así. Un vecino llamó hasta 60 veces a la Guardia Urbana y ni caso», añade. Además, explica que es una sala peligrosa porque es de madera y con muchas cortinas.«Además, la propietaria ha comprado los bajos de los bloques adyacentes y quiere ampliarla por lo subterráneos... Si eso arde, se quema toda la manzana», apostilla.

New York. La histórica sala de la calle Escudellers -un club de variedades que ha sido transmutado en discoteca- también enerva los ánimos de algunos vecinos. Mari Angels Verdaguer es una de ellas: «Llevamos años protestando, pero es que desde hace nueve meses han ampliado la amplificación. Así que las paredes de mi casa tiemblan y es imposible dormir». «Dicen que nos ayudarán, pero después te das cuenta de que sólo son buenas intenciones.Podrían cerrarla mientras no arreglen el problema o la insonoricen bien», sugiere.

Club 13. Muy cerca, en la plaza Reial, este local, entre restaurante y discoteca de ambiente cool barcelonés, no tiene la licencia que le permita abrir toda la noche. «El Pla d'Usos del Ayuntamiento no lo permite, pero el problema es que no se aplica... Yo sólo reclamo que se cumpla la ley», explica Marga Guasch, una esforzada activista vecinal contra el ruido. Además, denuncia casos de mobbing inmobiliario para abrir aún más locales de lo más rentable.«Nazario, que es mi vecino, siempre dice que lo peor son las becarias de Erasmus. Algunos turistas vienen aquí sólo a beber y se piensan que la plaza es parte del hotel y que pueden hacer lo que quieren», protesta.

Kaché. Esta discoteca de la calle Lepanto es otro de los caballos de batalla que más trabajo dan a la coordinadora, además de los bares en la plaza Ibiza del barrio de Horta. Los vecinos han puesto muchas denuncias al establecimiento. «El Ayuntamiento no hace nada. Dicen que son de carácter administrativo y que no pueden resolverlo rápido», expone, «pero cuando quieren sí que se dan prisa. Lo que pasa es que quizá tienen miedo de ser impopulares, de perder votos. El caso es que si no solucionan esto, perderán los nuestros». Estos vecinos incluso están dispuestos a ir al juzgado.

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