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JORDI RIBOT/ARCHIVO
En Girona ya ha habido varias protestas de vecinos por el excesivo número de discotecas en la ciudad
 
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Respeten el descanso de los vecinos
 

Por fin es lunes
El fin de semana es un martirio para muchos vecinos próximos a locales nocturnos

“Es imposible conciliar el sueño hasta las seis de la mañana”, denuncia una vecina de Figuerola  

PEP TABERNER / ANTONI LÓPEZ - 08/10/2003
Girona.

Los vecinos de la zona del Güell-Devesa trasladaron ayer, por tercera vez, su protesta al pleno de Girona contra la apertura de locales de ocio nocturno. No quieren que los inconvenientes asociados a estos establecimientos vengan a perturbar la proverbial tranquilidad del barrio. Rechazan, en definitiva, entrar en el catálogo de familias que esperan a que llegue el lunes para poder descansar, porque la proximidad de un bar musical les impide hacerlo de jueves a sábado o domingo.

El Ayuntamiento recibe las correspondientes quejas, que además suelen llegar de los mismos vecinos, cansados de pasar noches en vela un fin de semana tras otro. El concejal de Medi Ambient, Ponç Feliu, señala que la mayor parte de las protestas llegan de la zona de Bonastruc de Porta, del Eixample y, en menor medida, de Pedret. Más que por el volumen de la música o el ruido en el interior de los locales, las quejas se refieren a la algarabía que provocan las concentraciones de la gente en la calle.

“Es algo horroroso”, afirma una vecina de la calle Figuerola, de las inmediaciones del bar Món Apart. “Cuando las puertas del local están cerradas, el estruendo de la música molesta poco, pero ocurre que entra y sale gente continuamente, con lo que las puertas no paran de abrirse”, explica. “Pero lo peor –prosigue– sucede en la calle: tumultos, griterío, roturas de botellas... Es imposible conciliar el sueño hasta las seis de la mañana, y para entonces estás tan alterada que tampoco puedes dormir; es un auténtico calvario.” Afirma que denunció la situación en una ocasión ante la policía municipal, cosa que “no sirvió absolutamente para nada”. En este sentido, las ordenanzas municipales responsabilizan a los establecimientos del comportamiento de sus clientes incluso en la calle. “El Ayuntamiento –concluye– es absolutamente irrespetuoso con las familias afectadas por los bares, porque ni tan siquiera nos garantiza un derecho tan elemental como el descanso.” La situación se reproduce, indefectiblemente, todos los jueves, viernes y sábados, casi la mitad de la semana.

Con estas experiencias, no es de extrañar que los vecinos del Güell-Devesa lleven meses en pie de guerra contra la apertura de un bar musical en el edificio Cinc, promovido por Simó Rodríguez, propietario de otros establecimientos de ocio nocturno. Anna, vecina de la calle Argenteria, una zona de paso en la ruta de bares nocturnos, explica que “los gritos de algún borracho” suelen despertarla en mitad de la noche.

Xavier Miralles, portavoz de la comisión de vecinos del Güell-Devesa, teme que la apertura del local del edificio Cinc constituye un primer paso para convertir el barrio en una zona de marcha noctámbula. “Aquí hay



 
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