La ciudad de Córdoba es de las ciudades más ruidosas de
España. Son cuatro de cada diez los hogares cordobeses que
tienen problemas con los ruidos exteriores. Y muchas, las
personas en nuestra ciudad que no pueden descansar ni dormir
por culpa del ruido. Las principales causas de la
contaminación acústica son el tráfico y la movida. Vecinos de
la Plaza de la Corredera, calle Feria, Ciudad Jardín, el
Arenal, Plan Renfe, Campo de la Verdad, o de la Victoria,
entre otros muchos barrios, se quejan de los ruidos. Personas
a quienes el fin de semana no les reporta descanso, sino
estrés, tensión y malestar, y otras que se sienten alteradas
por el ruido de motos y coches que invade sus hogares.
Las mismas encuestas ponen de manifiesto que, para la
ciudadanía, el ruido es el principal problema medioambiental,
por encima de la suciedad o la falta de parques y jardines.
Recientemente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha
resuelto que el ruido atenta contra los derechos fundamentales
de las personas y afecta a su calidad de vida. Debemos de
sensibilizarnos con este problema, ya que el ruido nos
perjudica a todos, en mayor o menor medida. Y debemos de
solidarizarnos y poner remedio al sufrimiento de las personas
que más se ven afectadas por la contaminación acústica.
Una sociedad desarrollada debe tener en consideración este
problema y adoptar medidas correctoras y preventivas para que
el ruido no perjudique a la convivencia, y se compatibilicen
nuestros respectivos derechos al descanso y a la diversión.
Considero que la gran mayoría de las personas rechazamos el
ruido, pero estoy seguro de que muchas de las medidas que
debemos abordar para solucionar este problema son medidas
impopulares.
Desde las Instituciones Públicas nos limitamos a hacer
normativas, normativas que en la gran mayoría de los casos no
se hacen cumplir. Hay temor a abordar soluciones que en muchos
casos crean impopularidad, al exigir cambios de
comportamientos sociales muy asentados. En Córdoba, contamos
desde el año 2000 con una Ordenanza sobre ruidos que si se
hubiese aplicado, hoy en día no sería el ruido un problema en
nuestra ciudad. No es admisible que quien tiene
responsabilidades de gobierno no haga cumplir la norma, o que
hable de flexibilizar su aplicación, porque estamos
contribuyendo a que la norma no sea respetada por la
ciudadanía.
El uso del coche debe encontrar limitaciones, no todas las
calles de nuestra ciudad están preparadas para soportar la
densidad de tráfico que hoy tienen. Los coches inundan el
casco histórico, los peatones nos refugiamos en los portales
para que pasen los vehículos, nuestro patrimonio se deteriora
y esas estrechas e históricas calles ensordecen con el ruido,
mientras los vecinos no pueden vivir en sus hogares. La movida
se viene concentrando en lugares no adecuados para ello,
mientras el Ayuntamiento no exige que se respeten los horarios
de cierre de establecimientos, ni la limitación del volumen de
la música.
Quien gobierna debe asumir la impopularidad derivada de la
aplicación de las normas, que son las que velan por el interés
general, y debe de hacer un esfuerzo por llevar a los centros
de enseñanza campañas de sensibilización sobre los efectos
nocivos del ruido, para que cuando seamos nosotros quienes lo
provoquemos seamos conscientes de las consecuencias que les
reporta a otros. Una ciudad con calidad de vida es aquella
donde se respeta el derecho de todos. En Córdoba debemos
llevar a cabo una lucha contra el ruido y contra los
comportamientos que lo producen.
Los socialistas cordobeses nos solidarizamos con esas miles
de personas cuya salud está afectada por la nocividad del
ruido. Nos queremos implicar en la solución de este problema,
en propiciar los cambios de comportamiento necesarios para
superar esta situación, y en asumir medidas eficaces, aunque
sean impopulares, pero que a corto plazo reporten una mejora
sustancial de la calidad de vida.
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