El ruido es una agresión física en toda regla con
efectos nocivos para la salud y una verdadera e
ilegítima intromisión en el ámbito privado de la
persona, a la que impide gozar en libertad de su propio
domicilio. Tanto la Declaración Universal de los
Derechos Humanos como el Convenio Europeo para la
protección de los Derechos Humanos y la Constitución
Española contienen preceptos que conceptúan al ruido
como tal y ponen de relieve la importancia del
problema.
En nuestro país, la legislación es taxativa y tiene
su máximo exponente en la Ley 37/05, de 17 de noviembre
(ley del ruido), así como en los posteriores reglamentos
que han desarrollado la misma (Reales Decretos 1513/05 y
1367/07).
Diversos científicos y expertos que tratan la
materia, y numerosos organismos oficiales entre los que
se encuentran la OMS (Organización Mundial de la Salud),
la CEE (Comunidad Económica Europea), la Agencia Federal
de Medio Ambiente Alemana y el CSIC Español (Consejo
Superior de Investigaciones Científicas), han declarado
de forma unánime que el ruido tiene efectos muy
perjudiciales para la salud. Estos perjuicios varían
desde trastornos puramente fisiológicos, como la
conocida pérdida progresiva de audición, hasta los
psicológicos, al producir una irritación y un cansancio
que provocan disfunciones en la vida cotidiana, tanto en
el rendimiento laboral como en la relación con los
demás.
La lista de posibles consecuencias de la
contaminación acústica es larga: interferencias en la
comunicación, perturbación del sueño, estrés,
iiritabilidad, disminución de rendimiento y de la
concentración, agresividad, cansancio, dolor de cabeza,
problemas de estómago, alteración de la presión
arterial, alteración de ritmo cardíaco, depresión del
sistema inmunológico (bajadas de defensas), alteración
de los niveles de segregación endocrina,
vasoconstricción, problemas mentales, impotencia,
estados depresivos, etc. Dado que la percepción del
ruido es subjetiva, cada persona lo vive de forma
diferente, por lo que no todas las personas sienten las
molestias por igual. Pero, las sientas o no, el
organismo las acusa.
Por eso muchos de los síntomas descritos a
continuación son los efectos físicos observados en
laboratorio de alteraciones psicológicas no conscientes:
1.- La población expuesta a un nivel de ruido por encima
de los 65 decibelios desarrolla a corto plazo un índice
superior en un 20% de ataques cardíacos. (Estudio
Cohort, presentación en Barcelona a cargo de Dieter
Gottlob, de la Agencia Federal Alemana de Medio Ambiente
Alemana). 2.- Los niños y los ancianos son más sensibles
a los ruidos que perturban su sueño, aunque su reacción
no es la misma: mientras los ancianos son más propensos
a despertarse debido a la ligereza de su sueño, ambos
grupos mostraron alteraciones vitales debido al ruido,
aún durmiendo a pierna suelta: alteraciones del pulso,
vasoconstricción, modificaciones en el electromiógrafo y
en el encefalograma. (Experimento realizado por el
Doctor Alain Muzet, del Centro de Estudios Bioclimáticos
del CNRS, en Francia). 3.- Con niveles de ruido altos,
la tendencia natural de la gente hacia la ayuda mutua
disminuye o desaparece, reapareciendo en el momento en
que se suprime la presión sonora. 4.- En experimentos de
laboratorio con animales se demostró que en un ambiente
con ruido superior a 110 decibelios (claxon de automóvil
a dos metros, sirena de ambulancia a la misma distancia,
discoteca, concierto de rock, moto a escape libre,
trueno...), los procesos cancerosos aparecen y se
desarrollan con mayor rapidez. 5.- Los niños cuyos
colegios lindan con zonas ruidosas (industrias,
aeropuertos, carreteras con mucho tráfico...) o aquellos
que viven en lugares donde hay ruidos nocturnos que
impiden un correcto descanso (locales próximos con
bares, cafeterías, pubs o negocios similares), aprenden
a leer más tarde, presentan mayor agresividad, fatiga,
agitación, peleas y riñas frecuentes, mayor tendencia al
aislamiento, y cierta dificultad de relación con los
demás. El CSIC (Consejo Superior de Investigaciones
Científicas) afirma a este respecto que la contaminación
acústica conlleva efectos negativos en las generaciones
futuras, como deterioro del aprendizaje y del desarrollo
humano.
La lucha contra el ruido es una acción
necesariamente colectiva y no solo de unos pocos (el
ruido no lo hacen los demás, sino que lo hacemos todos).
Precisa, por tanto, de la colaboración y concienciación
ciudadanas, así como de una implicación decidida y
eficaz de las administraciones competentes, destacando
la local o municipal, que es la encargada de velar
porque se cumpla la legalidad. No se puede construir una
gran ciudad en la que no se respete el descanso de sus
habitantes. Es precisa, por tanto, la adaptación
inmediata de las ordenanzas municipales a la legislación
actual, así como la implantación de medios técnicos y
humanos de control que hagan efectivas aquéllas,
canalizados, por ejemplo, a través de una unidad
específica de la Policía Local (policía
medioambiental).
Por último, y según las afirmaciones del CSIC y
la OMS, el ruido no sólo produce perjuicios directos y
acumulativos sobre la salud, sino que además tiene
efectos socioculturales, estéticos y económicos:
aislamiento social, pérdida de privacidad, desaparición
de culturas sonoras, pérdida de señales sonoras
significativas, depreciación económica de la vivienda,
etc. Muchas de nuestras ciudades se están volviendo, en
buena parte por efecto del ruido, tan inhabitables que
sus ciudadanos huyen de ellas abandonando sus antiguos
hogares y dejando los antiguos cascos históricos
convertidos en meros cascarones vacíos. En otras, se
hace tan insufrible la estancia de los visitantes que el
turismo se limita a ver los "monumentos" más llamativos
impidiendo un turismo de estancia mucho más rentable
económicamente. En casi todas, se está deteriorando
progresivamente el clima social de convivencia entre los
ciudadanos. Caminar hacia un modelo ecológico de la
ciudad, volver a hacer habitables a nuestras ciudades,
implica una gestión positiva del medio sonoro, actuando
desde el punto de vista tanto paliativo como preventivo.
Conllevará un esfuerzo pero hemos de convencernos de que
es realizable: otros lo han conseguido.
(*) Carlos J. La-Chica Pareja es
abogado y profesor de la Academia Canaria de Seguridad.