EL 40% DE LAS VIVIENDAS DE BARCELONA
PADECEN PROBLEMAS DE CONTAMINACIÓN ACÚSTICA. Una ciudad ruidosa
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Ajetreo El tráfico,
como el del Moll de la Fusta de Barcelona, es uno
de los principales problemas de ruido de la
ciudad. Foto: ALBERT BERTRAN |
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| LAIA SÁNCHEZ BARCELONA
Las manifestaciones de los vecinos de
Castelldefels y Gavà se han convertido en una estampa habitual
del aeropuerto de El Prat de Llobregat por la inauguración de
la tercera pista. Los afectados reivindican el derecho a la
tranquilidad y demandan medidas que reduzcan el impacto sonoro
de los aviones, que literalmente sobrevuelan sus cabezas. El
pasado 16 de noviembre, el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos condenó a España a pagar 3.884 euros por daños y 4.500
euros por gastos a la valenciana Pilar Moreno Gómez, por no
evitar el ruido que generaban los locales nocturnos
colindantes a su vivienda. El tribunal sentenció que la
contaminación acústica viola derechos como el respeto al
domicilio y a la vida privada. Pero ¿qué es la
contaminación acústica? "Son ruidos percibidos como
indeseados, y por tanto molestos, desagradables o
perturbadores para la persona, así como a las vibraciones de
ventanas, paredes y suelo", explica Lluís Gallardo,
abogado especialista en contaminación acústica.
Tres
quejas diarias Ante estos hechos ver la televisión, leer un
libro o simplemente dormir se convierten en actividades
difíciles. El sosiego se ve perturbado por un estruendo que
obliga a subir el volumen del monitor, a pausar la lectura o a
no dormir. "Recibimos una media de tres llamadas diarias,
el 40% se queja por ruidos provocados por los vecinos y el 60%
restante por los bares", afirma Esther Melcón, secretaria
de la Asociación Catalana Contra la Contaminación Acústica
(ACCCA). El barrio del Eixample, junto con Ciutat Vella,
Gràcia y Sants dibujan, a nivel acústico, el peor lienzo de
Barcelona. Las calles principales del distrito modernista,
como Diagonal, Aragón o Gran Via, que en hora punta alcanzan
80 decibelios (db), y General Mitre, han convertido el encanto
de la ciudad en una pesadilla para muchos vecinos. Los
responsables de esta transformación son, según las denuncias,
el bullicio de los locales nocturnos y el incivismo de algunos
vecinos, así como los aparatos de climatización. "El
tráfico, el sonido de las sirenas de los vehículos de
emergencia, sobre todo la de los bomberos, la configuración
arquitectónica de la propia ciudad, con edificios altos y
calles estrechas, que hacen que aumente la percepción de
ruido, unido a los lugares de ocio nocturno y al incivismo de
los vecinos, hacen de Barcelona una ciudad ruidosa",
comenta Gallardo. Las provincias de Barcelona (35,6%) y
Tarragona (28.7%) lideran el ránking de Catalunya referente a
ruidos externos, según el Instituto Nacional de Estadística.
Respecto a los municipios, el 41,9% de las casas de Barcelona
y el 40,7% de Badalona soportan niveles altos de ruido. El
ruido es algo que molesta pero poca gente repara en los
efectos que derivan de una exposición reiterada al mismo.
"El ruido empieza a ser nocivo para la salud a nivel
ambiental, según la Organización Mundial de la Salud, cuando
supera los 55 o 60 decibelios", argumenta Gallardo. Cabe
destacar que el nivel del sonido en una conversación normal y
a un metro de distancia es de 55 decibelios. "El ruido
es un perjuicio para la salud, no una molestia. Es una
agresión porque no te deja dormir", ratifica Carme Soler,
presidenta del ACCCA. El primer efecto, en la gran mayoría de
los casos, es la interrupción del descanso nocturno. Y si se
produce durante el día puede causar un sinfín de trastornos
como irritabilidad, fobia a llegar a casa, ansiedad, un
aumento del colesterol, arritmias... "Cuando dormimos,
uno de los estímulos que nos afectan son los ruidos que pueden
provenir tanto del exterior (tráfico, bares o vecinos), como
del interior (ronquidos de la pareja), que pueden llegar hasta
los 80 db. El ruido, aunque no tiene porque despertarnos, hace
que la fase de sueño profunda sea superficial y que al día
siguiente tengamos la sensación de no haber descansado",
dice el doctor Eduard Estivill, director de la Clínica del
Sueño del U.S.P. Institut Universitari Dexeus de
Barcelona. "Poner fin al ruido puede comportar cerrar un
local, aparte de poner una multa de campeonato, pero si hacen
esto el grado de popularidad del político correspondiente se
ve perjudicado", considera Gallardo. Soler añade que
"no hay una voluntad política de solucionar los problemas
de ruido". El departamento de Medio Ambiente del
Ayuntamiento de Barcelona propone una política de control
acústico fundamentada en medidas como la instalación de
pantallas acústicas, pavimentar con asfalto antirruido las
vías que lo requieran, delimitar las zonas silenciosas como
los parques, educar y concienciar a los ciudadanos y llevar a
cabo acciones que aminoren focos sonoros como las sirenas y
las motos.
Noticia publicada en la página 15 de la edición
de 12/12/2004 de Cuaderno del Domingo. Para ver la página
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