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El 'botellón' se instala en la Part
Alta Los vecinos denuncian el
incivismo de grupos de jóvenes que beben en plena calle a
altas horas de la madrugada y alertan sobre la supuesta venta
ilegal de bebidas alcohólicas
Decenas de jóvenes ávidos de fiesta y
jolgorio se instalan los fines de semana, hasta altas horas de
la madrugada, en algunos espacios de la Part Alta y consumen
bebidas alcohólicas en plena calle, con las consecuencias que
de ello se derivan. Este fenómeno social, conocido como
botellón y extendido ya en muchas capitales, ha aterrizado
también en Tarragona. Así lo denuncian los vecinos afectados,
que se han puesto en pie de guerra y se quejan de la
«inoperancia» municipal en este asunto.
David Requena/Tarragona mailto:drequena@diaridetarragona.com
Los hechos denunciados por las
asociaciones vecinales La Catedral y Circ Romà, ambas de la
Part Alta, y por vecinos a título personal y de forma anónima,
se agravaron durante las recientes fiestas de Santa Tecla,
según relatan en un documento que han presentado al alcalde,
Joan Miquel Nadal. Pero aseguran que no se trata de un caso
excepcional y que el botellón se repite cada fin de semana en
los mismos puntos: fundamentalmente en la Baixada de
Misericòrdia y la plaza Sedassos. Es algo incipiente pero
preocupante, indican.
El botellón consiste en comprar
alcoholes y otras bebidas en un supermercado y hacerse uno
mismo la mezcla para consumirla en la calle. La excusa es
lograr un precio más asequible que las tarifas de los pubs y
bares. En la Part Alta parece ser que son algunos locales los
que sirven los cubatas baratos, que luego se toman en plena
calle.
Los viernes y sábados, a partir de la una o las
dos de la madrugada en adelante, cuando los bares y pubs de la
zona cierran sus puertas, e incluso antes del cierre, grupos
de jóvenes se ubican en el área de la Baixada de Misericòrdia
y compran combinados alcohólicos en dos establecimientos, que
los vecinos califican de «ilegales» y la Guàrdia Urbana de
«bares para jóvenes», según fuentes de este cuerpo
policial.
Miedo a represalias
El relato anónimo
-tienen miedo a represalias- de algunos vecinos afectados por
el ruido, la suciedad y las actitudes algo agresivas de los
practicantes del botellón resulta sorprendente. Un vecino
cuenta, por ejemplo, que los jóvenes llegan a silbar y reírse
de la Guàrdia Urbana si acude al lugar alertada por los
habitantes de la zona. «Incluso un día una persona grabó con
su cámara cómo los chicos le cogían la gorra a un urbano como
burla».
Fuentes del cuerpo policial indicaron al Diari
que no les consta ningún incidente de este tipo y que tampoco
tienen constancia «de que estos hechos se produzcan los fines
de semana». La Guàrdia Urbana atribuye el malestar vecinal
exclusivamente a los episodios vividos durante Santa Tecla,
cuando las calles de la Part Alta se llenaron de gente hasta
altas horas de la madrugada debido «al ambiente festivo» de
esos días: «Recibimos quejas por alborotos en la calle e
intentamos actuar al respecto, pero fue algo
puntual».
La negación de la existencia del botellón
irrita a los vecinos de la zona, que esta semana se reunieron
con el alcalde para entregarle un escrito reivindicativo.
«Salimos decepcionados porque Nadal ni tan sólo abordó el
tema. Nadie nos escucha y la gente está muy harta», explica
Jordi Ferré, presidente de la A.VV. La Catedral. En la carta
se indica que «como vecinos que apreciamos el barrio, no
podemos permitir el botellón y que la Guàrdia Urbana no
responda porque cuando pasa por la Baixada de Misericòrdia los
jóvenes silban y se ríen de los agentes».
Otros vecinos
cuentan que los presuntos locales ilegales venden combinados
con alcohol desde la puerta misma del establecimiento y en
vasos de plástico, supuestamente a bajos precios. Los jóvenes
los consumen en la calle y por eso, a la mañana siguiente, el
aspecto que ofrece la zona es de «vasos tirados por todas
partes, botellas rotas, vómitos y meadas».
Los
afectados describen otras situaciones: «Un día, dos chinos
iban con un fogón de gas y cocinaban frankfurts en plena
calle, que luego vendían a los jóvenes. Otro día vimos como
los trabajadores de la limpieza pública tenían que soportar de
todo mientras saneaban la vía pública. Los chicos acaban
siempre gritando y haciendo ruido con las tapas de los
contenedores para molestar al vecindario. Así no podemos
vivir».
La Guàrdia Urbana apunta que «sabemos que hay
dos bares que son focos de concentración de jóvenes, pero nada
más. Ya estaremos alerta». La situación se agravó durante las
recientes fiestas de Santa Tecla.
Jordi Ferré y Cèsar
Grinyo, presidente de la A.VV. Circ Romà de la plaza de la
Font, aseguran que el botellón ya se ha instalado los fines de
semana en los espacios antes mencionados y piden al
Ayuntamiento que tome cartas en el asunto para que no se les
escape de las manos y que acabe siendo muy difícil de
controlar «como ocurrió en el barrio del Port».
Jordi
Ferré va más allá y anuncia que las asociaciones de vecinos
del núcleo urbano de la ciudad -sin los barrios- crearán una
tercera federación para defender sus intereses, porque están
«descontentos con la falta de control de los horarios de
bares, el uso de la vía pública con las terrazas y el mal uso
de los contenedores».
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