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7 de Octubre de 2003
 
 

El 'botellón' se instala en la Part Alta
Los vecinos denuncian el incivismo de grupos de jóvenes que beben en plena calle a altas horas de la madrugada y alertan sobre la supuesta venta ilegal de bebidas alcohólicas

Decenas de jóvenes ávidos de fiesta y jolgorio se instalan los fines de semana, hasta altas horas de la madrugada, en algunos espacios de la Part Alta y consumen bebidas alcohólicas en plena calle, con las consecuencias que de ello se derivan. Este fenómeno social, conocido como botellón y extendido ya en muchas capitales, ha aterrizado también en Tarragona. Así lo denuncian los vecinos afectados, que se han puesto en pie de guerra y se quejan de la «inoperancia» municipal en este asunto.

David Requena/Tarragona
mailto:drequena@diaridetarragona.com

Los hechos denunciados por las asociaciones vecinales La Catedral y Circ Romà, ambas de la Part Alta, y por vecinos a título personal y de forma anónima, se agravaron durante las recientes fiestas de Santa Tecla, según relatan en un documento que han presentado al alcalde, Joan Miquel Nadal. Pero aseguran que no se trata de un caso excepcional y que el botellón se repite cada fin de semana en los mismos puntos: fundamentalmente en la Baixada de Misericòrdia y la plaza Sedassos. Es algo incipiente pero preocupante, indican.

El botellón consiste en comprar alcoholes y otras bebidas en un supermercado y hacerse uno mismo la mezcla para consumirla en la calle. La excusa es lograr un precio más asequible que las tarifas de los pubs y bares. En la Part Alta parece ser que son algunos locales los que sirven los cubatas baratos, que luego se toman en plena calle.

Los viernes y sábados, a partir de la una o las dos de la madrugada en adelante, cuando los bares y pubs de la zona cierran sus puertas, e incluso antes del cierre, grupos de jóvenes se ubican en el área de la Baixada de Misericòrdia y compran combinados alcohólicos en dos establecimientos, que los vecinos califican de «ilegales» y la Guàrdia Urbana de «bares para jóvenes», según fuentes de este cuerpo policial.

Miedo a represalias

El relato anónimo -tienen miedo a represalias- de algunos vecinos afectados por el ruido, la suciedad y las actitudes algo agresivas de los practicantes del botellón resulta sorprendente. Un vecino cuenta, por ejemplo, que los jóvenes llegan a silbar y reírse de la Guàrdia Urbana si acude al lugar alertada por los habitantes de la zona. «Incluso un día una persona grabó con su cámara cómo los chicos le cogían la gorra a un urbano como burla».

Fuentes del cuerpo policial indicaron al Diari que no les consta ningún incidente de este tipo y que tampoco tienen constancia «de que estos hechos se produzcan los fines de semana». La Guàrdia Urbana atribuye el malestar vecinal exclusivamente a los episodios vividos durante Santa Tecla, cuando las calles de la Part Alta se llenaron de gente hasta altas horas de la madrugada debido «al ambiente festivo» de esos días: «Recibimos quejas por alborotos en la calle e intentamos actuar al respecto, pero fue algo puntual».

La negación de la existencia del botellón irrita a los vecinos de la zona, que esta semana se reunieron con el alcalde para entregarle un escrito reivindicativo. «Salimos decepcionados porque Nadal ni tan sólo abordó el tema. Nadie nos escucha y la gente está muy harta», explica Jordi Ferré, presidente de la A.VV. La Catedral. En la carta se indica que «como vecinos que apreciamos el barrio, no podemos permitir el botellón y que la Guàrdia Urbana no responda porque cuando pasa por la Baixada de Misericòrdia los jóvenes silban y se ríen de los agentes».

Otros vecinos cuentan que los presuntos locales ilegales venden combinados con alcohol desde la puerta misma del establecimiento y en vasos de plástico, supuestamente a bajos precios. Los jóvenes los consumen en la calle y por eso, a la mañana siguiente, el aspecto que ofrece la zona es de «vasos tirados por todas partes, botellas rotas, vómitos y meadas».

Los afectados describen otras situaciones: «Un día, dos chinos iban con un fogón de gas y cocinaban frankfurts en plena calle, que luego vendían a los jóvenes. Otro día vimos como los trabajadores de la limpieza pública tenían que soportar de todo mientras saneaban la vía pública. Los chicos acaban siempre gritando y haciendo ruido con las tapas de los contenedores para molestar al vecindario. Así no podemos vivir».

La Guàrdia Urbana apunta que «sabemos que hay dos bares que son focos de concentración de jóvenes, pero nada más. Ya estaremos alerta». La situación se agravó durante las recientes fiestas de Santa Tecla.

Jordi Ferré y Cèsar Grinyo, presidente de la A.VV. Circ Romà de la plaza de la Font, aseguran que el botellón ya se ha instalado los fines de semana en los espacios antes mencionados y piden al Ayuntamiento que tome cartas en el asunto para que no se les escape de las manos y que acabe siendo muy difícil de controlar «como ocurrió en el barrio del Port».

Jordi Ferré va más allá y anuncia que las asociaciones de vecinos del núcleo urbano de la ciudad -sin los barrios- crearán una tercera federación para defender sus intereses, porque están «descontentos con la falta de control de los horarios de bares, el uso de la vía pública con las terrazas y el mal uso de los contenedores».

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