lunes 19 de mayo de 2003
   
 
   
 
   
 
   
 
 
 
 
 
   
 
 
 Cataluña 

Gràcia, la batalla por el descanso


Local «okupa» en la calle Ros de Olano en el que los vecinos denuncian la venta ilegal de alcohol
Local «okupa» en la calle Ros de Olano en el que los vecinos denuncian la venta ilegal de alcohol


IVA ANGUERA DE SOJO

La práctica del botellón en las plazas de Gràcia ha hecho inútil el nuevo reglamento de horarios pactado por vecinos y locales de ocio que ven como los jóvenes ocupan las plazas durante toda la noche mientras ellos se ven obligados a cerrar. Todos reclaman más presencia de la Guardia Urbana para disolver esas concentraciones nocturnas, a las que no son ajenas los «casales» okupas

BARCELONA. El botellón ha llegado a Barcelona y se ha instalado en Gràcia, un barrio cuyos vecinos ven con desespero como toma nuevos giros el problema del ruido, que los fines de semana supera los 75 decibelios en las plazas más populares del barrio -la normativa municipal señala un límite de 60 decibelios- y que ha convertido el descanso en una meta casi inalcanzable para los vecinos de plazas como Rius i Taulet, la Plaça del Sol, la Virreina, la Plaça del Diamant y algunas de las calles adyacentes. Cuando el problema parecía solucionado con el acuerdo entre vecinos y locales de ocio sobre los horarios y ubicación de las terrazas, la práctica del botellón, con asiduos cada vez más jóvenes, ha dado al traste con las ilusiones de recuperar la tranquilidad del barrio.

No sólo los vecinos resultan perjudicados, sino también los responsables de los bares -por lo menos los que no ofrecen «cubalitros» a uno o dos euros-, que se sienten injustamente acusados y sometidos a la presión de la vigilancia policial mientras la gente se agolpa en las plazas. Unos y otros reclaman mayor presencia policial en el barrio para evitar el consumo de alcohol en sus plazas y calles, y recriminan al presidente del distrito, Ferran Mascarell, su falta de sensibilidad ante este problema.

Plataforma vecinal

Las denuncias particulares presentadas por diferentes vecinos desde 1999 han desembocado en la creación de la Plataforma contra el ruido Vila de Gràcia, presidida por Andreu Mora. Esta plataforma ha dirigido nuevas quejas y denuncias a la sede del Distrito, a la Conselleria de Gobernación de la Generalitat, al Síndic de Greuges y a la Delegación del Gobierno en Cataluña, con la esperanza de que alguien se responsabilice del ruido y los desórdenes que semana tras semana impiden el descanso en algunas plazas y calles del barrio.

Incluso han presentado denuncias judiciales, aunque el titular del Juzgado de Instrucción 14 de Barcelona archivó las diligencias. Desde el ruido hasta la venta de alcohol a menores, ambulante o en comercios, sin olvidar los bares improvisados en los que se han convertido los «casales okupas» -el dueño de un bar recuerda como uno de esos locales «acaba en un fin de semana con más barriles de cerveza a granel de los que sirvo yo durante todas la fiesta mayor»- son el objeto de esas denuncias.

Con el agravante de que esa venta irregular de alcohol se da entre un público formado por adolescentes de entre 15 y 18 años, muchos de ellos matriculados en institutos de fuera del Distrito, según un informe del propio Ayuntamiento.

Ante tal aluvión de quejas los responsables del Distrito han tomado cartas en el asunto y su gerente, Montserrat Filomeno, ha organizado ya tres reuniones con la Plataforma contra el ruido, con la promesa de elaborar un informe sobre las fórmulas para conciliar el ocio y el descanso de los vecinos. Pero ese informe no verá la luz hasta la segunda quincena de junio, y los vecinos creen que el Ayuntamiento juega a distraerles. «Tenía la sensación de estar participando en un grupo de autoayuda, nos consuelan y aseguran comprendernos, pero no proponen ninguna solución» afirma uno de los miembros de la plataforma.

La Fiestas de Gràcia

En este contexto, la fiesta mayor de Gràcia amenaza con convertirse en una nueva fuente de conflictos, especialmente cuando algunos vecinos se sienten excluidos de la organización de las fiestas en su calle. Tradicionalmente cada calle de Gràcia escoge un motivo y se trabaja durante meses para engalanarla de cara a las fiestas. Pero en esta ocasión algunas asociaciones han denunciado que se les ha excluido de la decoración de su calle y se niegan a participar en las fiestas.

Es el caso de la Asociación de Vecinos de la calle Mozart, cuyo presidente, Eliseu Bertan, ha denunciado ante el Distrito y la Federació de Festes Majors de Gràcia que esta entidad no está de acuerdo con la celebración de la fiesta en su calle. En teoría, la Junta de la Fiesta Mayor debe estar compuesta por al menos tres residentes de esa calle, pero en el caso de la calle Mozart, la asociación de vecinos no ha sido convocada, ningún vecino participa en esos festejos para ahorrarse los ruidos, tal y como aseguran en sus denuncias, apoyadas por más de un centenar de firmas.

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Tomo 13.070, Libro 0, Folio 81,
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