Lunes, 31 de Octubre de 2005

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No al ruido


Carmen Ferreras
Cada día que pasa soporto menos los ruidos. No sé si es que me estoy haciendo mayor o qué, el caso es que los ruidos me superan e incluso me ponen de mal humor. Y ruido es la música estilo “chunda chunda” que, para más regodeo, algunos jóvenes llevan a todo volumen cuando, a bordo de su bólido, cruzan las calles a todo trapo. Oiga, son como discotecas ambulantes. Bajan la ventanilla de su lado y a ser posible la del asiento del copiloto que, por cierto, siempre va vacío, y nos sueltan el decibelio en la calle que ya soporta los suyos correspondientes.

Los propietarios municipales del bloc de multas deberían tener menos consideración de la que demuestran con estos Travoltas sobre ruedas. Con la particularidad de que su fiebre decibélica del sábado noche nos vemos obligados a soportarla también el viernes, y el domingo y, en algunos casos el jueves. El resto de los días deben de estar ocupados porque no rebullen, gracias a Dios. No los aguanto. ¿Me estaré volviendo intolerante?. No creo. El caso es que si te toca una de estas discotecas móviles en el semáforo, cuando salen brincando, que esa es otra, tardas en recuperar el oído porque te lo han dejado hecho papilla.

Nos tomamos lo del ruido a risa y hacemos mal. El ruido que soportamos es insoportable y el que se resiente es el oído. Malo en la calle, pero cuando se soporta en casa o en el trabajo ya es como para volverse loco. No somos los únicos pero eso tampoco me consuela. Hasta donde yo sé un excesivo volumen de ruido en el ámbito laboral se traduce, sin más florituras y circunloquios, en enfermedades auditivas, estrés y ansiedad. Tres particulares jinetes del apocalípsis del pobre oído nuestro.

Pues bien, más de sesenta millones de trabajadores europeos, entre los que evidentemente nos incluimos los españoles, son víctimas del ruido mientras desempeñan su actividad laboral. La peor parte se la llevan las personas que trabajan en bares, obras, discotecas, telefonistas y astilleros. Más tarde o más temprano tienen que acabar echando mano del “sonotone” ante la importancia de la pérdida auditiva.

La Unión Europea pretende combatir esta lacra con la nueva directiva comunitaria sobre el ruido que ha de ser adoptada por los 25 estados miembros antes del próximo 15 de febrero. Sólo espero de corazón, que la susodicha rija para los de la discoteca sobre ruedas que además de contaminar el ambiente con el humo que “chorrea” el tubo de escape del bólido preparado para el efecto, hacen de la contaminación acústica un mal añadido que debe ser castigado. Es importante prevenir el ruido. La Semana Europea sobre Seguridad y Salud en el Trabajo lo ha dejado bien claro: “El ruido en el trabajo te puede costar más que tu oído”. “No al ruido”. Pues eso.

© Fax Press / El Progreso

30/10/2005





 
 
 

 
  






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