Por Philip Potdevin Desde el silencio
Enero 23 de 2006
Philip Potdevin
Cali es una ciudad ruidosa como pocas. En Cali se cree
que bulla es sinónimo de alegría, que música a alto volumen es signo de
fiesta, que los estrépitos de exhostos lo son de poderío y que los pitos y
alarmas de carros (y las sirenas de ambulancia) son señal inequívoca de
urbe civilizada. Conozco pocas ciudades, comparables a Cali en tamaño y
extensión, con niveles de contaminación auditiva tan altos como los de
nuestra ciudad. Parecería que el ruido fuera parte de la cultura de Cali,
como lo es la rumba.
Mi pregunta es si
necesitamos del ruido, del estrépito de los altavoces para ser alegres,
para sentirnos contentos y vivos de verdad. ¿Qué hay en el silencio que se
asimila con estar deprimido, solitario o cabizbajo?
El silencio puede ser maravilloso desde muchas
ópticas. Desde el silencio nos conectamos con nosotros mismos, con el ser
esencial que habita en nuestro interior y es la voz de lo que realmente
somos. Desde el silencio entendemos nuestros temores. Desde el silencio
comprendemos por qué odiamos, por qué sentimos celos, por qué no estamos
satisfechos con lo que somos o tenemos.
En una
conversación normal el silencio puede ser más elocuente que una frase tras
otra. Tememos el silencio en el diálogo y nos vemos compelidos a llenarlo
con palabras, así sean huecas e insulsas. El silencio en el diálogo invita
a nuestro interlocutor a tomarse el tiempo para reflexionar sobre lo que
nos dice el silencio, paradójicamente, invita a que el otro diga más, tome
aliento y explique, amplíe y complete sus ideas. Unos segundos de silencio
pueden ser más efectivos, pero ante él nos sentimos incómodos y caemos en
las palabras que poco agregan.
Asociamos el
silencio con aquellos ejercicios de colegio llamados retiros espirituales
donde no podíamos hablar y los recordamos con desagrado. Seguramente los
métodos no fueron los adecuados y el momento de nuestras vidas, la
adolescencia, tampoco lo era. Es probable que en la medida que envejecemos
nos volvemos más introspectivos y dedicamos más tiempo a mirar hacia
adentro de nosotros mismos y comprendemos el verdadero valor del silencio.
El silencio invita a escribir en lugar de
hablar, a leer en lugar de conversar, a reflexionar en lugar de discutir.
Escribir a mano, como lo hago en este momento, es algo que ya
prácticamente hemos olvidado por la invasión de teclados y pantallas.
Nuestra mano se vuelve perezosa y torpe, la caligrafía se convierte en una
maraña de insectos diminutos, pero la escritura es el lenguaje de la
reflexión, de lo más profundo, de lo que en realidad es y no de lo que
debería ser. La lectura sólo es posible en el silencio, la lectura abre
mundos, descubre universos, genera posibilidades a través del libro o la
revista (aquella destinada para leer no para mirar o chimear) y nos invita
a sanar y reconciliarnos con nuestro mundo interior.
La meditación (para otros la oración) es el espacio
que logramos a través del silencio para acallar nuestras mentes y
conectarnos con lo trascendente, con lo que realmente es importante. Es a
través de la meditación, en cualquiera de sus modalidades, donde logramos
la energía, la paz y la quietud que necesitamos para enfrentar el ajetreo
y el bullicio inevitables de nuestras oficinas. Y la meditación sólo es
posible en el silencio.
Silencio y Cali
parecerían incompatibles. Podrían incluso ser excluyentes. En realidad
poco tiene que ver la ciudad donde vivimos con nuestro silencio. Eso ya es
decisión de cada cual. ¿Qué tanto podemos hacer para acallar, no sólo las
voces sino todos los demás elementos que contribuyen a la contaminación
auditiva de nuestro entorno si es algo que está en nuestras manos? Cali y
nosotros mismos nos lo mereceremos.
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CALIVEE
/ CALI ESTE PUEDE SER UN
MOTIVO DE LO ENERGUMENOS QUE SOMOS EN LA CIUDAD.RUIDO GENERA MUCHOS
PROBLEMAS DE SALUD Y AMBIENTALES.CASO DE LA COMUNA 2 ES
PREOCUPANTE.CHIVADISCOTECAS,BARES,CANTINAS,GRILLES AV.6N,PLAZA NORTE
ETC.
veedor
ciudadano / Cali Los
caleños estan muy equivocados. Ellos escuchan para responder pero no
para comprender.Los espíritus estan siempre a la defensiva y prestos
para ofender y nunca para entender a los demás. Eso ... (Ver Más)
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