Hace
mucho tiempo que comenzó a desarrollarse en nuestro país la cultura
del ruido como consecuencia del desarrollo industrial, el progreso y
la modernización. Con el advenimiento de las industrias, el ruido se
hizo mayor y muchos obreros, con tal motivo, sufrían alteraciones
nerviosas. ¿Recuerdan la película «Tiempos Modernos» de Charlot?
Cuando salieron a la plaza los autos, sus bocinas, estridentes
ellas, sus tubos de escape, cuyas explosiones podían desequilibrar a
una persona, denotaban que en los vehículos iban personas
importantes. Muchos bocinazos y explosiones, mayor importancia.
Habíamos pasado de los ruidos de la naturaleza, el trinar de los
pájaros, el rumor de la brisa y los cantos de los labradores en sus
faenas agrícolas, a ese nuevo ruido producto del desarrollo
industrial. El ruido de la máquina. Esos prolegómenos ruidosos
fueron acrecentándose a medida que el tiempo pasaba. Las calles
comenzaron a llenarse de ruidos. El tránsito rodado de autobuses y
automóviles, las motos, con sus pavorosos y horrísonos escapes,
tractores, camiones de recogida de basuras, de repartos, vendedores
ambulantes, sirenas de las ambulancias, bomberos y policías, obras
públicas y privadas aportando el estrepitoso estruendo de
perforadoras, cortadoras, grúas, camiones de obra, etc. Las radios,
tocadiscos, cadenas de música, televisión, auto-radios a todo
volumen. Los centros comerciales con su potente música ambiental, a
la que se suman las tiendas que los rodean. Los bares donde, en
concierto endiablado, se mezclan la radio, televisión y videocasetes
siempre encendidos, sin que nadie los vea o escuche. A ellos se unen
las máquinas tragaperras y el ruido del mismo bar, vasos, platos,
cafeteras, molinos de café, etc., donde se habla chillando. Los
ruidos ensordecedores de las fiestas locales que se ponen en marcha
en las fechas señaladas, que se van cociendo durante el resto del
año, los sábados por la tarde y domingos por las mañanas organizados
por barracas, teatros, fiestas, prolegómenos de los festejos de
Moros y Cristianos, Hogueras, etc. Y las casas donde vecinos
incontrolados ponen música a todo volumen para su propio disfrute.
El sonido infernal de los macroconciertos de ¿música? moderna. Los
bares de copas y discotecas perturbando la calma nocturna y tantos
otros ruidos que se unen para hacer insoportable el sosiego
ciudadano, acercándole cada vez mas a la sordera y enfermedades
colaterales
La UE advierte de que España es la nación mas
ruidosa de Europa, lo que corrobora la ONU asegurando que nuestro
país ocupa uno de los primeros lugares del mundo. El ruido se cuela
por todos lados impidiendo que la gente descanse, causándoles
fuertes dolores de cabeza y un nerviosismo transformado en estrés
involuntario. ¿Pero dónde meternos para dejar de escuchar el cada
vez más ensordecedor ruido ciudadano? Es como el humo de los
fumadores que perjudican a los que no lo son, los cuales tienen que
aguantarse y soportar a los que fuman. Grandes y costosas campañas
están en marcha para erradicar el vicio de fumar. Las leyes
antitabaco van recrudeciéndose poco a poco. Desde el primero de
enero la ley prohíbe fumar en lugares de trabajo y públicos. El
tabaco perjudica la salud y llega a matar. También el ruido induce a
enfermedad más o menos grave. La paulatina pérdida de audición del
que la sufre y de quienes le rodean tiene efectos cardiovasculares,
estrés, insomnio, pérdida de atención y un largo etc. Recuérdese que
una de las torturas aplicadas a prisioneros es someterles a un
prolongado ruido. Una encuesta del INE revela el elevado índice de
contaminación acústica que desde el exterior afecta a los residentes
vulnerando el derecho de intimidad. La Comunidad Valenciana es la
zona con más ruidos de España, siguiéndola Ceuta, Melilla, Madrid y
Barcelona.
La OMS establece en 65 decibelios la máxima
intensidad del ruido tolerable. España lo supera con creces. La UE
prohibirá superar los 87 decibelios, en todos los casos y sin
excepción, a partir del mes de febrero de este año. La seguridad
social atiende cada año a multitud de pacientes que se van quedando
sordos y está pagando hasta 2.990 euros por lesiones en el oído. En
los lugares de trabajo, tres de cada cuatro españoles están atacados
por el ruido y sufren alteraciones nerviosas. En el año 2004 el Alto
Tribunal de Estrasburgo fallaba que el exceso de ruido violaba los
derechos humanos, condenando a pagar daños a personas perjudicadas.
Es decir, que el ruido, como el tabaco, viola los derechos a la vida
de quienes lo soportan. Las autoridades lo saben y se muestran
permisivas. Muchos colectivos se quejan pero nada consiguen y los
causantes de los ruidos continúan, sin darse cuenta que ellos son
los primeros perjudicados. Creo que sería aconsejable que el Estado
dictara leyes antirruido, como las antitabaco, e imponer sanciones,
cada vez mas duras, contra quienes las incumplan. Sin embargo el
hermoso ruido de los truenos y relámpagos que acompañan a la
vivificante lluvia no se dejan oír tanto como quisiéramos por estas
tierras alicantinas, siempre sedientas. Los pájaros sólo se oyen en
las jaulas o en lugares muy alejados de las ciudades. Esperemos que
en el futuro palacio de la música-auditorio, el ruido que se padece
en el exterior se atempere con el sonido sublime de la música,
calmando a modo de musicoterapia el estrés y la sordera, si es que
ésta no ha aparecido ya en nuestros oídos.
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