Una reciente sentencia del TSJA
condena al Ayto. de El Puerto de Santa María a indemnizar a un
vecino, que no sabiendo cómo defenderse del ruido de la famosa
motorada, denunció a la autoridad competente. Probablemente a muchos
lectores, este tema les puede parecer un asunto menor «con la que
está cayendo» en este país y en el mundo. Pero con frecuencia no
somos conscientes de la importancia del medio ambiente en la calidad
de nuestra vida y por tanto en su equilibrio. Por ello, son
seguramente los artistas los más sensibles a las distorsiones que el
ruido causa. Hace no mucho tiempo conté en estas páginas cómo
habíamos perdido a un exquisito vecino, Ajubel, un dibujante y
humorista de fama internacional, que hoy vive en otra Comunidad
porque no consiguió encontrar la calma que necesitaba para crear y
vivir en el Casco Antiguo de Cádiz. En el caso de El Puerto, ha sido
también un pintor, José Antonio Navalón, el que ha puesto en marcha
el procedimiento judicial que ha terminado condenando, sin
posibilidad de recurso, al Ayuntamiento.
La sentencia es
ejemplar porque reconoce el amparo de los tribunales para los
ciudadanos que, viendo atropellados sus derechos, no encuentran
amparo en sus representantes, elegidos precisamente para eso. Abre
la vía para otros muchos vecinos que podrán reclamar esa protección
e indemnización. Con ese mismo argumento y doctrina, los miles de
gaditanos o andaluces que sufren cada fin de semana la agresión de
múltiples ruidos que superan los decibelios que las ordenanzas
permiten, podrán acudir a un juez a denunciar al Ayuntamiento que no
los evite. Pongamos por caso, la movida y el botellón, el paso
continuado de las motitos a escape libre (a ser posible sin casco y
con un coleguita de paquete), o ese bar que, además de no estar
insonorizado adecuadamente, multiplica por cinco el aforo y, sin
permiso, lo amplía directamente a la calle hasta la
madrugada.
No sé si recordar la dimensión del problema
ayudará en algo. Según las estadísticas del INE, en 2001 sufrían
problemas de ruidos excesivos en sus viviendas más de 12 millones de
españoles. La mitad de las provincias andaluzas están en el grupo de
las más ruidosas (más del 40% de viviendas afectadas) y en concreto
Cádiz capital, encabeza el ranking nacional (49%), ya que una de
cada dos viviendas padece agresiones acústicas. Según estas cifras,
es la capital más ruidosa de España, lo cual, dadas las escasas
industrias radicadas en el municipio, la ausencia de aeropuerto, las
pocas avenidas (hasta hace muy poco, una: «la Avenida»), y estando
abierta al mar en todo su perímetro, es todo un mérito.
Esta
sentencia y el nuevo Reglamento sobre la Ley del Ruido dan un margen
de esperanza. Para aquellos que se sientan perjudicados, les sugiero
una visita a la página www.ruidos.org, donde hay información
actualizada sobre legislación, asociaciones, efectos del ruido,
abogados especializados, etc. Si se ven obligados a denunciar la
situación, no se olviden de pedir compensación, no sólo por daños
morales, físicos o psíquicos, sino por la depreciación del valor de
su casa. El silencio es un derecho y una necesidad: Oye, hijo mío,
el silencio/ Es un silencio ondulado/ un silencio/ donde resbalan
valles y ecos/ y que inclina las frentes hacia el suelo (García
Lorca).