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RMG &
ASOCIADOS
09-07-09 // 16:39h
¿CÓMO INCIDE EL RUIDO EN NUESTRA
SALUD?
El ruido debe considerarse como un contaminante
medio-ambiental de primer orden con efectos nocivos
importantes sobre la salud de la población y su calidad de
vida. Su difícil control y su proliferación hace que esté
presente en prácticamente la mayoría ámbitos de nuestra vida
cotidiana, y por tanto, estamos en continua exposición a sus
efectos.
Estos efectos nocivos del ruido sobre la
salud, entendida ésta como “la situación de bienestar físico y
psicológico y no como mera ausencia de enfermedad”, son
numerosos e importantes. Para ello es necesario realizar una
sucinta diferenciación entre ruido y sonido, ya que si bien
pueden ser términos equivalentes, normalmente hablamos del
primero cuando la señal sonora no transmite información alguna
aunque, en nuestro contexto social, también lo aplicamos a
señales sonoras desagradables.
Sobre la salud, el ruido
puede incidir desde diversos frentes: desde una perspectiva
más fisiológica, donde la pérdida de la audición es el efecto
más conocido, y desde un punto de vista psicológico, donde el
malestar generalizado puede interferir en nuestras relaciones
interpersonales.
Un dato a tener en cuenta, es que los
efectos del ruido tienen un carácter acumulativo, por tanto,
lo que inicialmente puede considerarse como molestia pasajera,
podría convertirse en un mal crónico. Las consecuencias, por
ejemplo, de la pérdida auditiva derivan en interferencias para
la comprensión del lenguaje hablado, el sujeto oye lo que le
hablan, pero no entiende la totalidad de lo que le dicen, por
lo que pierde información. Esto supone un esfuerzo
suplementario que en muchas ocasiones acaba en fatiga,
irritación, agresividad e incluso aislamiento del afectado.
Nuestro organismo reacciona de una manera defensiva
frente al ruido, poniendo en marcha toda una cadena de
procesos hormonales y fisiológicos que nos preparan para
cualquier situación inesperada. Estas reacciones, que en
principio son normales, pueden cronificarse, dando lugar a lo
que conocemos como estrés, elevando de forma transitoria
nuestra tensión arterial.
Se calcula que una persona
expuesta a ambientes ruidosos debe ser considerada como diez
años mayor de su edad cronológica a efectos de riesgo de
enfermedad coronaria. El estrés condiciona una disminución de
las defensas inmunológicas facilitando la aparición del
procesos infecciosos, es decir, el estrés nos vuelve más
vulnerables frente a ataques virales externos.
Otra de
las alteraciones producidas por el ruido son los trastornos
del sueño, una mala calidad de éste incide negativamente en el
rendimiento intelectual, diminuye el nivel de atención y
aumenta la sensación de cansancio, irritabilidad y
agresividad.
En este sentido, es comprensible que las
personas modifiquen su conducta y sus hábitos para protegerse
del ruido, en un intento de conseguir el bienestar físico y
psíquico que aludíamos anteriormente. Para ello se debe
controlar el ruido en las zonas ruidosas, se adaptan las
viviendas mediante sistemas de aislamiento acústico (ventanas,
dobles cristales, materiales aislantes...), es decir, se tiene
un mayor interés y estudio previo de la futura
vivienda.
Juan Frías, gerente de AECOR (Asociación
Española para la Calidad Acústica)
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