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Necesidad de controlar la contaminación sonora |
El ruido cuando supera los límites
aconsejables, puede ser causa de severas afecciones. Se ha advertido desde el
Colegio de Fonoaudiólogos sobre el riesgo de los jóvenes que se someten en discotecas,
recitales e individualmente a través del walkman a la música en niveles de volumen
en los que deja precisamente de ser música, para transformarse en ruido. En una
nota publicada ayer en este diario se informa que la contaminación sonora en La
Plata aumentó considerablemente convirtiéndose en un factor peligroso para la
salud.
La Plata es una ciudad en donde abundan los escapes libres en las
motos, en donde los automovilistas tocan bocina, en donde las obras no respetan
horarios de descanso y en donde muchos carteles electrónicos no detienen su zumbido.
La ciudad, con estos condimentos, aumentó la polución sonora. Hace 20 años el
nivel acústico del casco fundacional llegaba a los 50 decibeles. Hoy es de 70
y si supera la barrera de los 90, además de molesto causará daño.
Según
el Colegio de Fonoaudiólogos, el excesivo nivel de ruido al que están sometidos
los platenses puede costar un alto precio a la salud. Si al caos tradicional que
generan los autos se le suman los ruidos típicos de cualquier ciudad, esto aumenta
notablemente las posibilidades de sufrir trastornos como la disminución de la
capacidad de aprendizaje, la lógica pérdida de audición y hasta cierto estímulo
a los comportamientos antisociales.
Según apuntan los especialistas, estas
conductas en combinación con la exposición al ruido persistente aumentan en forma
considerable las chances de padecer la pérdida auditiva, además de alteraciones
del sueño, cefaleas e irritabilidad. Otras consecuencias previsibles ante la exposición
prolongada a un nivel acústico de 70 o más decibeles, son la falta de concentración,
taquicardias y úlceras. Para los especialistas, el trauma acústico es individual
y depende del tiempo de exposición de los valores que dañan el oído.
Es
necesario entonces que los organismos de control actúen imponiendo el cumplimiento
de las normas vigentes y que cese el riesgo que padecen los platenses expuestos
al ruido en niveles dañinos. Y el control debe incluir aquellas manifestaciones
juveniles en donde el ruido impera con picos que superan los 90 decibeles.
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