CUADERNO BARCELONÉS Con la música a esta parte
LLUÍS
PERMANYER - 05/02/2005 Me parece muy bien que,
por fin, el Ayuntamiento haya decidido ordenar la música que se
instala en plena calle. Yo soy partidario de que suenen las
melodías, desgranadas por los intérpretes mediante sus instrumentos;
es inexcusable, con todo, que se haga de manera razonable.
En este sentido, lo primero y básico es que no causen la más
mínima molestia a los ciudadanos y sobre todo a los vecinos. Sólo
quien permanece a la vera de un músico callejero, ora porque vive o
porque trabaja en el despacho, sabe hasta qué punto lo que debería
ser un placer se puede transformar en un sufrimiento y hasta en una
neurosis. Recuerdo que los primeros que en este sentido hicieron
sentir su protesta fueron los que residen en las plazas del Pi y de
Sant Josep Oriol; su tenacidad contribuyó a que el Ayuntamiento
intentara ya entonces poner orden y concierto. Siempre la misma
música, a menudo mal tocada y encima en horas tardías... ¡uf!
También hay que evitar que se organicen verdaderas orquestas
y que se toquen instrumentos que por sí mismo pueden constituir un
ruido insoportable; verbigracia los bongos o el empleo de potentes
equipos de altavoces. Y además hay que evitar que cualquiera que
tenga la desfachatez de arañar unas cuerdas o de resoplar una
boquilla pueda dar la lata y hasta amargar la vida a los ciudadanos
con absoluta impunidad.
Horarios, lugares escogidos, sorteos
de plazas, rotación, todo esto también contribuirá a lograr ese
equilibrio que, ya a la corta, será beneficioso.
No basta
que el Ayuntamiento establezca la ordenanza. Este primer paso no
sirve de nada si no se da el segundo, y más importante: es precisa
la estricta vigilancia, con el fin de que se cumpla al pie de la
letra lo reglamentado. A este respecto afeé a dos mossos, una vez
observado que no reprendían a un guitarrista que tocaba ante Santa
Maria del Mar fuera del horario permitido; durante la conversación
me percaté de que ignoraban los detalles contenidos en la ordenanza,
que aparece en un rótulo colgado en el muro. - LL. P.
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