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EDITORIAL PRENSA ASTURIANA |
Director: Isidoro
Nicieza | 
Ceremonias de verano:
el ruido | |
PEDRO DE SILVA La gente hace ruido para hacerse notar, y
de paso para ahuyentar a los malos espíritus. Un grupo
humano ruidoso, o una multitud clamorosa, están diciendo
«aquí estoy yo, ¿qué pasa?», o sea, igual que el
borracho que da voces agarrado a una farola. Hay muchos
modos de hacer ruido, pero la apoteosis del ruido es
siempre la traca. No hay fiesta conocida, y menos en
España, que no tenga su punto final en una gran traca,
aunque a veces se ponga el disfraz colorista de los
fuegos artificiales. Son modos de complicar las cosas,
pues la traca tiene valor por sí misma, sin más
explicaciones. Para algunos cursis es difícil de
entender que miles de personas se sientan felices con
montar un ruido enorme y ensordecedor, pero se trata de
una demostración de poder sobre el mayor enemigo del
hombre, que es el silencio, un vacío ocupado por
fantasmas, demonios y hasta
dioses.
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